– Vuelve luego… ¿sí? – le dije mirándolo a los ojos, era el tercer
día junto a mí y la lluvia había cesado un poco.
– Volveré lo antes posible linda…– me sonrió y beso mi frente, él sabía que
estaba triste. Mordí mi labio sin pronunciar ninguna palabra. – No te preocupes solo iré a sacar mi ropa de la
casa de los chicos…
– ¿La veras? – dije sin mirarlo.
– Al parecer no se ha ido…– me dijo terminando de colocarse los zapatos.
Me sentía una niña, esta de rodillas sobre la cama mientras mantenía mis manos agarradas
y jugueteaba con mis dedos. – ¿EY? – se acercó y me hizo mirarlo. – Regresaré por ti, ¿vale?
– Vale. – dije en un
susurró sin ánimos. Fue a darme un beso y le gire mi rostro y lo dio en mi
mejilla, rió.
– No seas así. – tomo
mi rostro. – No seas tonta. – me dijo sonriendo. Recién se había duchado, y
estaba recién vestido, me encantaba la forma en que se veía… tan fresco, tan
él. Se inclinó y me dio un pequeño beso.
– Ve… para ver si logras llegar a la cena…– sonreí sin ánimos.
– Llegaré. – dijo
sonriendo, asentí.
– Te quiero linda…– dijo sonriéndome. Mi corazón se detuvo un
momento… un “te quiero” no era lo que esperaba, lo miré, ¿por qué hoy lo veía extraño? ¿Por qué no me había
dicho te amo? No quise cuestionarlo, ni siquiera quería cuestionarme a mí
misma, quería hacerme la idea de que por un momento todas las cosas marcharían
bien como solían ser antes. – Chao nena.
– dijo y deposito su beso en mi frente,
sonreí.
– Conduce con cuidado. – le dije, él asintió sonriendo y cerró la puerta
tras él.
Se había ido, mire a mi alrededor y rápidamente me sentí sola. Esto era lo que
no quería, acostumbrarme nuevamente a él. Mire mis manos y me levante
rápidamente, corrí hasta la ventana, le vi entrar rápidamente a su auto, y marcharse.
Suspiré, la lluvia a un caía. Mire el calendario 29 de noviembre… más de un me de mi regreso, ya el 24 Austin
había cumplido su primer mes desde su partida, una nostalgia entro en mí,
sonreí mientras derramaba un par de lágrimas. Mire el reloj, eran las 4 de la tarde.
Fui hasta mi armario y comencé a ver fotos de Austin junto a
mí. Comencé a llorar, no sabía porque me sentía así, era malo para mí sentir
tanto afecto y luego quedarme sola. Luego de un rato viendo las imágenes, me
calmé, seque mis mejillas, me duche… comí, me fije en la hora eran las 7 de la
noche, Justin no había escrito ni nada. No llegaría para la cena, lo sabía, era
eso lo que sentía en mi pecho cuando se iba a ir.
Sonreí, de seguro necesita descansar, o quizás prefirió
quedarse como amante… mire mis manos, fui al closet y saque un pantalón, un
camisón, unas botas gruesas, un gorro, coloqué mi sobretodo encima, y coloque
unos guantes, estábamos casi llegando a Diciembre y el frió de la navidad ya se
sentía.
Mire a mi alrededor, cerré la ventana, apagué las luces y
salí del apartamento, al llegar abajo, salí afuera y solo había llovizna, me
apresure a tomar un taxi y pedirle que me llevara a un restaurant. Camino al
lugar tome mi celular y escribí un mensaje.
Para Kyle:
Hola, ¿Qué haces? ¿Vienes a cenar conmigo?
Hola, ¿Qué haces? ¿Vienes a cenar conmigo?
Kyle:
No puedo linda, me encantaría.
No puedo linda, me encantaría.
Para Kyle:
¿no quieres?
¿no quieres?
Kyle:
Tuve que salir de la ciudad por algunos problemas.
Tuve que salir de la ciudad por algunos problemas.
Para Kyle:
Vale.
Vale.
Kyle:
Lo siento linda.
Lo siento linda.
Para Kyle:
No te preocupes J
No te preocupes J
Guarde el celular en el bolsillo de mi sobretodo y baje del
taxi, le pagué al señor del taxi y entre al restaurant. Pedí una mesa alejada,
casi que una clase aparte, ellos tenían una, al final del lugar, un lugar
cálido, hogareño y algo elegante, le sonreí por cortesía y ordene la comida
junto con el vino.
Dos copas de vino y la comida llego, la comí, la disfrute,
una copa de vino mientras la comía y otra al final de la comida, me di de
cuenta lo sola que estaba, lo sola que me sentía, recordé mi primera cita con
Austin, es hecho de que había ido desastrosa para la cita… y de allí nació todo
lo lindo. – Por Austin. – dije en un susurró alzando la copa un poco y
terminándola de beber.
Me quede por más de dos horas, tres botellas de vino y seis
cervezas. – Señorita, si permite le
llamaremos un taxi. – me dijo el chico
mesonero.
– ¿Soy la culpable
verdad? – dije mirándolo aun con el vaso
de cerveza en mi mano.
– ¿Cómo dice
Señorita?
– Soy la culpable de que todo vaya así, yo debí casarme con
Austin…– dije haciendo un poco puchero.
– No es culpable de nada Señorita. – me dijo. – Creo que ya está bien por hoy. – dijo mientras me iba a quitar el vaso de
cerveza.
– No. – dije y lo
hice hacía atrás. – Estoy bien. – dije, pase las manos por mi cara, abrí bien
mis ojos y le sonreí. – Deme la cuenta.
– dije evitando mi ebriedad, no estaba
tan ebria, quizás apenas estaba empezando. Él asintió y muy amablemente trajo
la cuenta, tome la tarjeta y la coloque en la carta para que se cobrara la
cuenta, luego la devolvió. – Gracias. – le dije, él me sonrió.
Me puse de pie, no me tambalee ni nada, era como si no
hubiese bebido nada, sonreí para mí misma, estaba sola, quizás debía quedarme
sola para siempre. Salí del restaurant y mire a mi alrededor, un taxi se
aproximaba, lo detuve y subí, le di la dirección, la dirección de la casa de
los chicos, quería ir a preguntarle a Justin por qué carajos no había ido. Mire
la hora en mi celular, las 10:30pm. Bueno al menos estarán algo despiertos aun.
Suspire mientras veía por la ventanilla las calles.
– ¡DETENGASE AQUÍ! – dije. Él señor del taxi me miro extrañado y se
detuvo. – ¿Cuánto es? – le pregunte y le entregue el dinero. – Quédese con el cambio dije y baje del auto.
Una nostalgia vino a mí, había una fiesta, justamente en la
misma casa en la que por primera vez había visto a Justin en el baño. Camine
sin pensarlo hacía dentro de la casa, la fiesta era mejor que antes, conocí
muchos que estudiaban conmigo en la universidad, y caí en cuenta que estaba en
la casa de Kate.
Mire a mi alrededor, podría ella estar por allí. – ¡VAYA! ¡MIREN QUIEN REGRESO! – escuche su voz, sonreí y me gire a verle. – LA CHICA NO ESTABA MUERTA. – Sonrió y aplaudió, de un momento a otro
estábamos rodeados de personas que me miraban y la escuchaban. – ¿Cómo te fue en el viaje con tu papi?
– De madres. – le
dije sonriéndole. – Te extrañe mucho a
decir verdad. – le dije en sarcasmo ella
dejo de sonreír y termino de llegar a donde yo estaba.
– LASTIMA QUE REGRESASTE Y YA KYLE SE HAYA IDO. – rió.
– No sé a qué viene al tema. – dije y mire a mi alrededor, tome uno de los
vasos rojos, sabía lo que contenía, una pequeña porción de droga, y si esto era
un show, yo iba a ser la estrella, tome el vaso entero en tres tragos.
– SE SUPONE QUE TU PADRE TE LLEVO PORQUÉ TENÍA UN NOVIO
CRIMINAL. – Sonrió.
– ¿Cómo sabes tú eso?
– la mire.
– FÁCIL. – dijo y
levanto sus manos. – YO FUI QUIEN LE
INFORMO A TU PADRE. – dijo sonriendo.
– ¡¿QUÉ TU HICISTE
QUÉ?! – dije alzándole la voz.
– COMO ESCUCHAS LINDA, YO, NO IBA A DEJAR QUE TE QUEDARAS CON
KYLE, DEBÍA HACER ALGO. – se encogió de
hombros. – TU NO TE IBAS A QUEDAR CON
ÉL.
– ¡NI SIQUIERA ERA
ALGO DE ÉL! – le grite. – ¡PERRA! ¡¿TIENES IDEA POR CUANTO PASE POR TU
CULPA?! – le grite y me fui hacía ella
dándole un golpe con el puño cerrado tirándola al suelo. – ¡ERES UNA MALDITA! – me tire encima de ella y le di otro golpe. Las
personas comenzaron hacer ruido, una persona me dio una patada en la costilla
dejándome sin aire y haciéndome caer al suelo, dándole a ella la oportunidad de
atacarme.
Al principio sentí un par de golpes, recupere mi aire. Esta
perra me iba a pagar por todo lo que yo había pasado. La tomé con fuerza y con
un empujón la aparte de mí, me puse de pie y ella también lo hizo. – ¡PERRA! – me gritó ella al ver que sangraba de su ceja.
– ¡MALDITA! – le grité. Ella se vino hacía mí y le di otro
golpe, ella me tomo por el cabello, pero eso no me hacía nada, yo le daba
golpes. Tome su cabello y poco a poco la llevaba caminando hacia atrás hasta
estar cerca de una pared, tomé su cabeza y la pegué contra la pared ella no
soltaba mi cabello, así que grite de la rabia y la golpeé más fuerte haciendo
que cayera al suelo, volví hacer lo mismo, ella me rasguñaba y yo le golpeaba
con los puños, tome su cabeza y la pegue contra el suelo un par de veces.
– ¡YA! – gritaban las personas, sentí que intentaban
agarrarme pero yo realmente necesitaba sacar toda la rabia que sentía por
dentro, había pasado por muchas cosas, me habían separado de Justin, Justin
tenía otras, todo vino a mi cabeza, y todo lo desahogaba en cada golpe que le
daba, me di de cuenta que ella ya no tomaba mi cabello solo me miraba, apenas
porque sus ojos estaban hinchados, no me había percatado que había estado
llorando mientras peleaba. – ¡YA! – volvieron a gritar y tres chicos me tomaron. –
¡LA VAS A MATAR DEJALA! – Dijo un chico.
– ¡ME IMPORTA UNA
MIERDA! – intente zafarme de sus
agarres, pero me quede quieta cuando vi que muchas personas se acercaban a
mirarla, ella no se levantaba del suelo. Abrí mis ojos, era cierto, había
estado a punto de matarla. – ¡YA! – les dije y abrí mis manos para que supieran
que me iba a calmar. Me soltaron pero estaban cerca de mí por si regresaba a
ella, me acerqué a la cocina y tome un vaso rojo, lo trague entero, tome otro,
y otro, y otro. – ESO LE PASA A LAS
PERRAS MALDITAS COMO TÚ. – le dije
mirándola.
Salí de la casa, sabía que en poco tiempo la droga con la
bebida comenzaría hacerme efecto, así que sonreí, mucho me miraban
sorprendidos, recogí mi cabello hacía un lado aplacándolo, toqué mi labio,
estaba sangrando, no era mayor cosa.
Camine, y no camine exactamente a la casa de los chicos que
quedaba a unas cinco casas de allí, no, camine en dirección opuesta, como si
fuera a mi antigua casa, donde vive mi madre, camine en silencio, llorando,
recordé los golpes de la chica, realmente no me habían dolido, no tanto como
los golpes que mi padre me daba. Así que comencé a recordar, mis lágrimas
comenzaron a caer, Austin pasó mil veces por mi mente, quizás más que Justin,
estaba molesta con Justin, no me había llamado ni nada, no me había escrito,
nada.
Así que camine y camine, en un momento mire frente a mí,
había llegado a mi apartamento, realmente la droga me había dado energías para
caminar hasta mi apartamento, subí las escaleras, saqué la llave de mi
apartamento, entre, cerré la puerta tras de mí, tome mi celular, no había ni
mensajes ni llamadas perdidas, eran las dos de la madrugada, cuatro horas caminando, quite mi ropa, la
deje tirada en el suelo, deje las luces apagadas y fui hasta mi cama. Me acosté
a llorar como una niña, llore por la pérdida de Austin, porque me sentí sola,
porque Justin… ya no me amaba, ahora solo me quería, porque… ya nada era igual
que antes.
– Austin…– llame.
– Austin ven y hazme sentir bien como
antes. – lloré. – Por favor. –
lloré, me sentí igual que en ese momento cuando mi madre me había dicho
que Austin había fallecido.
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