EL REGRESO
– ¿Qué
harás al llegar a la ciudad? – me preguntó Austin sonriéndome mientras
recostaba su cabeza en mi hombro, me quede solo mirando por la ventana del
avión. Suspire. – No te prohibiere que vayas a verle, en cambió me comprometo a
llevarte hasta allí. – suspiro. – Sí, por muy loco que suene eso. – sonrió. –
Me comprometo. – deposito un beso en mi hombro, sonreí un poco, él era tan
tierno. – Pero a cambio solo te pido una cosa.
– ¿Qué?
– le dije en voz baja para que solo él escuchara.
–Que
primero me permitas conocer a tu madre.
–Eso no
es necesario que me lo pidas. – sonreí. – Lo primero que haré será correr a los
brazos de mi madre.
–Podría
jurar que si hubiera una forma de sacarte de esto lo haría. – me dijo en voz
muy baja. – Si llegara a existir una forma de hacer que no te cases conmigo y
que seas feliz… entonces lo haría.
–Soy
feliz contigo Austin, ahora mismo lo estoy siendo…– comenté sin siquiera
mirarlo, las palabras salían como si nada de mí boca, y solo miraba las nubes y
las lejanas ciudades debajo de nosotros. – El hecho de que…
–Lo
eres, pero no con la persona que quieres. – dijo sin dejarme hablar.
–El
hecho de que me lleves con mi madre. – continué. Mi corazón por alguna razón
dolía al pensar en Justin. – Eso es lo más hermoso que has podido hacer…–
suspiré. – Y no tendría como agradecértelo jamás en la vida.
–Encontrare
la manera que me pagues esto. – dijo riendo. Reí golpeándolo un poco en el
brazo. Él río y luego volvió a recostarse a mí, sonreí. Cerré mis ojos mientras
él jugaba con las pulseras en mis manos.
*JUSTIN.*
–De
verdad no dejare decir que andas extraño. – lo miré por debajo de mis pestañas
mientras me concentraba en abrir una lata de cerveza. – Pero más con Fabiana,
la pobre ni siquiera se la pasa ya contigo…
–Es que
la otra noche… discutimos, ya sabes. – dijo y tamboreó los dedos sobre la mesa.
– Por sus cosas y sus programas de TV que le meten cosas en la cabeza. – dijo y
me sonrió. Asentí, sabía que era eso, Susana cuando veía TV conmigo me
explotaba de preguntas.
Destape
la lata de cerveza y Fabiana entro a la cocina, me sonrió y camino hacia mi sin
siquiera mirar a Ryan, me abrazo un momento quedándose pegada a mi pecho por un
rato, sonreí, quizás se sentía mal y necesitaba un abrazo, la abrace sin decir
nada mientras sonreía y Ryan nos miraba con recelo.
– ¿Todo
bien? – le pregunte cuando se separó de mí, ella asintió sonriendo un poco.
– ¿Todo
bien? – me preguntó ella.
Negué un
poco con la cabeza pero sin dejar de sonreírle. – Al parecer Susana se va de
viaje por una semana. – la miré e hice puchero. Ella sonrío, un poco sin ánimo,
seguro por los problemas que había
tenido con Ryan.
– ¿Y a
donde se va? – me preguntó.
–Va a
visitar a sus padres… algo así me comento. – le dije. Ella asintió.
–Te dejo
babe, te quiero. – dijo, me dio un beso en la mejilla y salió de la cocina sin
siquiera mirar a Ryan.
Bueno,
quien demonios sabía que había pasado con estos dos, pero yo estaba un poco
triste porque Susana se iría por una semana, quizás más. No quería que se
fuera, y aunque había planeado irme con ella los chicos me habían convencido de
quedarme por los negocios por resolver y algunos trabajos por hacer, así que…
no pude decirles que no, soy el macho alfa de la manada.
–Justin,
amor. – dijo Susana entrando a la cocina. Ryan la saludo y se fue cabizbajo. –
Quería decirte que… creo que mis padres vendrán a la ciudad, al centro de la
ciudad, igual tendré que viajar pero en auto, ya no será a otro país, igual los
planes son quedarme una semana junto a ellos. – me dijo colgándose de mi
cuello. – Igual te extrañare demasiado.
Le rodeé
con mis brazos abrazándola a mí. – Y quien se quedara junto a mí. – hice
puchero ella sonrió dándome un pequeño beso en los labios. – Te extrañare
demasiado, ¿lo sabes? – ella asintió, el brillo en sus ojos era hermoso. – Te
quiero, linda. – ella sonrió, la abrace escondiendo mi rostro en su cuello.
–Todo
está mejorando, ¿cierto? – me preguntó sonriendo, asentí sonriéndole. La tome
por su cuello y la eleve un poco para poder besarla bien, ella sonrió y se haló
de mi cuello, nos dimos un beso, dos besos, quizás perdí la cuenta, no quería
soltarla, quería que se quedara conmigo.
–Creo
que debería seguir empacando, debo marcharme en tres horas. – me dijo dándome
un beso y saliendo me mis brazos, sonreí para ir tras ella y acompañarla.
*___.*
Luego de
unas largas horas aterrizamos en Los Ángeles, me sentía cansada así que en el
camino a casa logre dormir un poco, pero fue algo extraño despertarme y aun
seguir en el auto, sonreí y mire a Austin. –Pensé que ya estaríamos llegando…–
dije sonriéndole.
–Bueno pasó
que…– se sonrió para sí mismo. – Me había perdido de dirección. – Lo mire con
ganas de morirme de la risa. – Anda no seas mala, no conozco esto aquí y a ti
es la única que se le ocurre darme una dirección y no guiarme. – dijo
sonriendo, me reí.
– ¿Entonces
donde se supone que estamos?– dije mirando a nuestro alrededor.
–Luego
de preguntar a varias personas… eh logrado llegar a la interestatal que me
llevara más rápido a tu casa. – sonrió.
–Eres
buen viajero. – dije sonriendo mientras cerraba los ojos. – No necesitas de mí.
– me arregle en el asiento para continuar durmiendo.
–Creo
que yo necesito de alguien que me hable antes de tener un accidente por
quedarme dormido. – lo mire, él estaba sonriéndome. Reí.
–Bien
cuéntame algo… hablemos…– le dije.
–Estoy
nervioso de conocer a tu madre…– dijo sin quitar la mirada de la calle.
–Mi
madre es… es una mujer muy tranquila, por cierto no le dije que vendríamos,
pensé que sería muy lindo una sorpresa…– sonreí.
– ¿Quieres
matarla de un infarto al corazón?– dijo riendo. – Se morirá al verte.
–Es
fuerte, ella resistirá. – sonreí. Él rió susurrando un “estás loca”.
Cuando
llegamos a casa baje del auto, camine
rápidamente hasta la entrada, suspire, estaba nerviosa, las manos de Austin
estuvieron sobre mis hombros, lo mire, me sonrió, me tranquilice un poco. Iba a
tocar la puerta pero decidí entrar, para mi suerte estaba abierto, sonreí. Hice
pasar a Austin, entramos en silencio, cerré la puerta tras de mi con fuerza
para que sonara fuerte.
En menos
de un minutó salió mi madre de la cocina corriendo, se detuvo un momento con
sus ojos bien abiertos, sonreí encogiéndome de hombros. – ¡MI HIJA! ¡MI NIÑA!–
gritó mientras corría hacia mí y yo hacia ella.
– ¡MAMÁ!–
dije mientras llegaba a sus brazos y en cuestión de segundos mis mejillas
estaban ahogadas con las lágrimas que las recorrían.
– ¡MI
NIÑA! ¡MI BEBE!– dijo llorando, llore en sus brazos. – Mi niña…– repitió
apretándome a ella. – ¿Cómo es que estas aquí?– dijo tomándome el rostro y
dándome un beso en la frente, al final de sus ojos podía notar que ya estaba
envejeciendo, unos 39 años y ya tenía algunas arrugas. Sonreí mientras no podía
detener mis lágrimas.
–Mami te
extrañe. – dije abrazándola. – Te extrañe demasiado. – lloré.
–Yo
también mi niña, a diario quería verte. – lloró y me miro. – Pero… que es esto…–
me miró con cara de preocupación cuando noto la pequeña herida en mi ceja y el
moretón desapareciéndose de mi mejilla. Sonreí y negué con la cabeza mientras
mis lágrimas salían.
–No es
nada. – sequé mis lágrimas. – Debo presentarte a alguien. – dije y le tomé de
la mano mientras la hacía caminar tras de mi hasta llegar donde estaba Austin.
– Mamá, él es…
–Austin
Norris. – dijo él extendiendo su mano para estrecharla con la de mi madre
mientras sonreía. – Un gusto conocerla.
–Lily. –
dijo mi madre mientras le sonreía.
–Mamá. –
le dije, ella nos miró a los dos. – Él es…– lo pensé. – mi prometido. – me
encogí de hombros.
– ¿Te
casaras?– me miró sorprendida.
–Es una
historia muy larga. – comentó Austin.
–Mamá ¿y
Frank?– comente.
–Él está de viaje por unos días. – dijo sonriendo, salió esta
mañana.
–Entonces dormiré contigo. – dije sonriéndole.
– ¿Por cuánto se quedan?– preguntó emocionada.
–Por el tiempo que ___ quiera. – dijo Austin mirándome y
sonriéndome. Sonreí.
– ¡Oh! Que mal educada soy, pasen hacia la sala. – nos dijo mi
madre sonriendo. Caminamos hacia la sala, Austin coloco las maletas a un lado
de la sala y nos sentamos. – Les traeré algo de beber. – dijo mi madre secando
sus lágrimas y luego pasando sus manos por el delantal. Me puse de pie y camine
hacia ella. – No quédate allí querida.
–Mamá, soy tu hija, no una visita. – dije sonriendo y caminando
con ella hacía la cocina.
– ¿Fue tu padre cierto?– dijo con la mirada baja mientras tomaba
los vasos.
–Podríamos hablar luego de eso mami, no arruinemos el momento. –
le sonreí y le di un beso en la mejilla. – Vamos, Austin espera por nosotras. –
Ella sonrió y salimos de la cocina con los vasos llenos de limonada.
Estuvimos por horas hablando, ya comenzaba a caer la noche, mi
madre siempre feliz, a pesar de que le habíamos contado todo lo que había
sucedido, todo, la boda planeada, el maltrato de mi padre, la vida de Austin… y
bueno como habíamos llegado a casa junto a ella.
–Subiré a la habitación donde dormirás hoy Austin. – le sonreí, él
asintió mientras continuaba hablando de su madre, quien ya había fallecido.
Subí en silencio hasta la habitación, suspire y abrí la puerta
mire a mi alrededor, un frió recorrió mi cuerpo, un montón de recuerdos
vinieron a mi mente como una corta película.
La primera vez que él había entrado a mi
habitación…
“–No lo hagas. – una voz masculina
hablo cuando estuve a punto de desabrochar mi pantalón. Me di la vuelta para
mirar entre la oscuridad una silueta alta. Jadeé queriendo gritar. Pero aun así
me quede en silencio tratando de ver de quien se trataba. – No te asustes, soy
yo. – dijo dando un paso hacia adelante. Quedando más cerca de mí y siendo
iluminado un poco por la luz que entraba por la ventana. Abrí mis ojos sin
poder creerlo.
– ¿Qué haces aquí? – dije, sin saber
si asustada o brava.
–Solo quise venir a verte. – se
encogió de hombros.
– ¿Eres un psicópata lo sabes? –
dije en un susurró lo suficiente como para que solamente él escuchara. – ¿Crees
que el solo hecho de que me ayudaras en las dos situaciones que me eh
encontrado... crees que al ayudarme en traerme a mi casa o tenerme cuando
estaba drogada te dan derecho de entrar a mi casa, incluso a mi habitación? –
dije alzando un poco la voz pero no tanto para que otros escucharan.
–EY. – dijo con los ojos abiertos.
– Solo pasé a verte, ¿ok? No pensé que te molestara. Me marcho y te dejo en
paz. – dijo recalcando la última palabra. Trague grueso, a veces él me causaba
escalofríos.
–Espera. – dije mirando al suelo
pero luego lo mire, él permanecía allí de pie frente a mí. Fruncí mi ceño. –
¿Por dónde entraste?
–Por la puerta principal. – dijo
él relajado. Yo abrí mis ojos y fruncí más mi ceño. – ¿Eres tan estúpida para
hacer esa pregunta? – me dijo. – se supone que entre por la ventana. – dijo
finalizando. Yo asentí.”
Su
parecida escena de celos… Y nuestro primer beso…
“Colgué la llamada y mire a mi Acosador quien
sonreía. – ¿Por qué sonríes? – le dije sería.
–Me has elegido.
–Yo no te eh elegido. – dije
frunciendo el ceño.
–OH, claro que sí. – sonrió más.
Dio unos pasos hacía mí. – has preferido quedarte acá conmigo que dejar entrar
a tu noviecito. – dijo con su aliento chocando en mi rostro.
–Te eh dicho... – respire. – te
eh dicho que no es mi novio.
–Entonces no deberías andar
besándolo en las fiestas... – susurró haciendo que todo mi bello se erizara.
Jadeé dentro de mí. Y tragué grueso. Continué con la mirada abajo.
–Yo...
– ¿Sabes que me gustaría hacer
ahora?– dijo con una sonrisa en los labios.
– ¿Qué? – dije levantando la
mirada. Y chocando con esos ojos claros y su rostro perfecto.
–Besarte... – dijo, dejando de
sonreír. Quise bajar la mirada pero sus ojos no me dejaron. Así que no podía ni
respirar, me había robado el aliento. Se humedeció sus labios, haciendo que me
dieran ganas de hacer lo mismo. Pero antes de que yo pudiera hacer o decir
algo, dio un paso hacia delante, terminando con la distancia que nos separaba.
Con sus manos grandes tomo mi cuello y me beso, humedeciendo mis labios con los
suyos. Mis brazos quedaron doblados entre él y yo, me quede quieta por un
momento luego me separe de él.”
Parpadeé
cuando unas lágrimas corrían mis mejillas. – ¿Estas bien?– escuche la voz de
Austin detrás de mí. Me gire inmediatamente sonriéndole.
–Estoy
bien solo estaba…– suspiré y acaricie mi cabello. – Solo recordaba algo. –
sonreí. Él me sonrió un poco y me abrazo. Escondí mi rostro en su cuello y
comencé a llorar.
–Es
sobre él ¿cierto?– dijo pero no espero a que yo le respondiera. – Estará bien
si decides quedarte acá. – negué con la cabeza. – Respetare cualquier decisión
que tomes, así sea quedarte acá con él. – no le respondí, lo abrace con fuerza,
lloré en su pecho, él solo me mantuvo abrazada.
Me
separé y seque mis lágrimas le sonreí un poco, él acomodó algo de cabello tras
de mi oreja. – Esta es mi habitación, algo pequeño pero cómoda. – le dije, él
asintió sonriéndome. – Creo que debería dejar que te acomodes y descanses. – él
solo me sonrió. – Buenas Noches.
–Buenas
noches linda. – me dijo. Lo abrace, le di un beso en la mejilla y fui hasta
donde mi madre.
Estaba
en la cocina, le ayude a terminar de lavar los platos, fuimos hasta su
habitación, me acosté en su cama mientras la esperaba que saliera de la ducha,
sonreí al verme tan feliz en esta casa, baje la mirada y recordé nuevamente a
Justin.
Recordé
la primera vez que me llevo a su casa, recordé también el momento en que me
ayudo superar el shock que me había dejado mi padre y su amante al enterarme de
su romance… recordé varias cosas…– ¿___?– escuche y parpadeé, mire a mi madre
quien me miraba sonriéndome un poco. –Pensé que ya te habías cambiado de ropa…–
me dijo.
–Ah, es
que…– sonreí. – Me siento cómoda con esta ropa, casi olvido cambiarme. – le
dije y me puse de pie y fui hasta donde estaba mi maleta, quite mi ropa allí
frente de mi madre y me puse la ropa de dormir. Me gire a verla, ella me miraba
con cara de preocupación y triste. – No es nada. – le dije y le sonreí. Camine
hacia ella y subí a la cama a su lado. – Deberíamos dormir, mañana será un
largo día. – dije sonriéndole.
–Dios te
Bendiga mi niña. – dijo dándome un beso en la frente. Sonreí y la abrace.
Aunque me tomo mucho tiempo dormirme, al final de la noche comencé a sentir el
peso en mis ojos.
Me
encontraba sola en casa, Austin estaba acompañando a mi madre al supermercado.
Él le tenía mucho cariño. Tome el celular entre mis manos, suspire. Mordí mis
labios, tamboreé los dedos sobre mi celular. Ya tenía dos días en casa, creo
que era hora ¿no?
Así que
marque el número de Fabiana y espere.
– ¿Hola?
¿___? ¿Estás bien?– dijo.
–Hola. –
sonreí. – Sí, estoy bien ¿y tú?
–Bien…–
dijo con voz dudosa. – ¿Sucede algo? Estás diferente, bueno te escuchas
diferente.
–Estoy
algo nerviosa. – dije mirándome los dedos.
– ¿Y
eso?
– ¿Tienes
tiempo para escucharme?– pregunte. – Tengo cosas que decirte, muchas, y me
gustaría saber si estas dispuesta para escucharme un buen rato…– le dije.
–Bueno…
lo estoy, estoy desocupada comienza.
–Bueno
pero ahora mismo no, dame una hora y te llamo.
–Bueno
pero si no te contesto a la primera es que estoy ocupada con los chicos ¿vale?
Pero llamas y te atiendo.
– ¿Con
los chicos? ¿Estás en su casa? ¿En la casa de los chicos?
–Sí. –
me respondió. – Ahora me la pasó más acá que en mi casa. – sonreí, estaba ella
allí, lo que necesitaba saber.
–Bueno
te llamo en un rato, menos de una hora, ir a terminar algo y te llamo, te
quiero.
–También
te quiero. – me respondió. Colgó la llamada. Me mire y respire profundo.
Corrí a
la habitación de mi madre, saqué la ropa de la maleta, me duche, me vestí, unos
pantalones negros, una camisera azul marino que era un poco suelta y un poco
corta, solo se me veía la piel del abdomen si subía mis brazos. Acomode mi
cabello. Me coloque unos zapatos del mismo color de la camisa. Guarde el
celular en el bolsillo del pantalón. Me eche un poco de brillo labial. Me mire
por última vez en el espejo. Y antes de salir de la habitación escuche llegar a
mi madre y a Austin, justo a la hora. Sonreí. Salí de la habitación y camine
hasta la sala rápidamente.
Mi madre
estaba en la cocina mientras Austin se sorprendió de verme. Estire mis brazos a
los lados para que me viera. – Estás en…
– ¿Pantalones?–
le complete la frase, él asintió con la boca abierta.
–Siempre
usas vestido y ahora…
–Bueno…–
me mire y lo mire a él. – Es que mi padre me obliga a usar vestidos, ya sabes
debo ser un chica, soy la hija de un empresario.
–Pero
con pantalones también eres chica, podría jurar que te vez más linda. – dijo
sonriéndome. Reí y camine hacia él. –
¿Estás lista?– me preguntó, asentí.
Él había
sido el de la idea de que hoy tenía que reencontrarme con mi pasado. Suspire.
Mi madre regreso de la cocina. – ¿Saldrán?– preguntó.
Asentimos.
– Le mostrare la ciudad a Austin. – le dije, ella sonrió. Él sonrió, camino
hasta la puerta, me despedí de mi madre con un beso y un ‘te quiero’ y fui
hasta donde estaba Austin.
Salimos
de la casa, subimos al auto, él puso el auto en marcha mientras yo le indicaba
para dónde ir. – ¿Estás preparada?– preguntó.
–Supongo.
– dije encogiéndome de hombros.
–Aunque
me voy a quedar sin prometida siento que estoy haciendo algo bien, y a Alessa
posiblemente le gusta esto, ella era tan romántica siempre haciendo parejas a
los demás…– sonrió para sí mismo. – Creo entonces que me ha dejado algo de eso.
–Austin…
siempre estarás en mi corazón, has sido una de las mejores personas de mi vida.
–No
hables así. – dijo sonriendo.
– ¿Así
como?– reí.
–Como si
te fueras a morir. – dijo riendo, reí más. – Pon todo tu esfuerzo y explícale
todo, a todos, a quienes estén presentes, no omitas a nadie. – me dijo.
–Posiblemente
hoy solo hable con unos amigos y mi amiga.
–Debes
hablar con él…– me dijo.
–Lo sé…
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