sábado, 15 de agosto de 2015

CAPITULO 11

UNA FIESTA




Esta noche iríamos a una fiesta, sí, como lo dije, a una fiesta, había una “reunión” de unos compañeros de Austin, así que él había decidido llevarme a mí y a Fabiana a esa fiesta. Yo ya me sentía mejor, claro, el día anterior en un parque de diversiones le sube el ánimo a quien sea. Y un día anterior a ese… pues como era el primer día de Fabiana acá, le dimos un recorrido turístico y fuimos al cine y al anochecer fuimos al muelle, donde comimos y la pasamos bien.

Pero hoy tocaba una fiesta, claro estaba que todas estas salidas eran nada más y nada menos que con una sola intención: hacerme sentir bien. Así que recibiría todas esas buenas vibras que ellos dos me estaban enviando y les haría caso en todo. Necesitaba estar bien, él ya lo estaba, Fabiana lo estaba, Austin lo estaba… me tocaba a mí.

Así que me decidí entre los dos vestidos, el largo que tocaba el suelo color rosado y el vestido que llegaba por debajo de las rodillas color salmón. Por supuesto elegí el corto, el rosado no me gustaba. Fabiana entro a mi habitación con el vestido por debajo de sus rodillas color azul cielo que le había emprestado, bueno mejor dicho regalado, porque ahora veía que se le veía bien. Ella me sonrió. – Llego la hora del maquillaje. – me dijo e hice mala cara, ella sonrió más, dio un paso adelante y entraron los estilistas. Fruncí mi ceño ella sonrió, solo negué con la cabeza mientras sonreía para mí misma. Nos sentamos en las sillas cómodas que parecían de peluquería, una persona se encargó de maquillarme, mientras otra se encargó de mi cabello, otra de las uñas de mis manos y otra de mis pies, lo mismo sucedía con Fabiana.

Luego de unos largos minutos me puse de pie, sonreí a Fabiana quien estaba fascinada por cómo se veía. Suspiré y me mire frente al espejo. – Wuao. – dijo Austin entrando por la puerta de mi habitación, sonreí y un rubor mínimo se notó en mis mejillas. – Debo decir que las dos se ven hermosas. – dijo y me guiño. Reí. – Te ayudaré con tus tacones. – dijo él mientras caminaba hacia mí, asentí, me senté y él se puso de cuclillas para colocar y ajustar los tacones negros a mis pies.

–Gracias. – le dije cuando él termino y se colocó derecho, él solo sonrió, Fabiana y yo ya estábamos juntas así que lo único que hicimos fue salir de la habitación, por supuesto que llevaba mi cartera de mano color negro, como un monedero formal donde mantenía un espejo, un polvo de rostro y mi celular. Fabiana también llevaba uno, tanto sus tacones como su cartera o monedero eran de color blanco. Claro que estábamos con colores que nos resaltaran.

Fabiana se veía muy hermosa con su cabello con hondas mientras yo… lo llevaba liso y algunos lugares con ondas para no quitarle el efecto natural al cabello. Mi padre y mi madrastra por supuesto que no comentaron nada, a ellos les encantaba la idea de que yo me vinculara más con la clase social alta y que las personas me vieran con Austin, como su prometida.


No duramos mucho al llegar al lugar, el padre de Austin nos había enviado una limosina con chofer. Fabiana estaba emocionada, por todas las cosas de la clase alta, sonreí, yo… en realidad no me gustaba mucho esas cosas, pero a veces se disfrutar la situación sin pensar en las demás cosas.

La limosina nos dejó justo en la entrada de la gran casa, una mansión. Fabiana y yo bajamos de la limosina, y mientras Austin se mantenía a mi lado caminamos por una alfombra roja, sonreí, me sentía como si fuese asistir a unos premios Oscar. Austin nos hizo detenernos un par de veces y las personas gritaban cosas y algunas preguntas como “¿Cuándo es la fecha de la boda?” y otras cosas referente al compromiso. Las fotos venían de todos lados, así que Fabiana y yo nos apresuramos un poco más y Austin nos siguió.

No deje de reír con las críticas que Austin hacía sobre todo y Fabiana que lo ayudaba. – Deténganse ya. – dije riendo.

–Es cierto. – insistió Austin. – Si te fijas bien… no sabe caminar en tacones, es como si los tacones no aguantasen su peso. – dijo y Fabiana rió escandalosamente. Tapé mi cara, esa señora de cincuenta y tanto de años se daría de cuenta que estos dos no paraban de criticarla.



Era ya casi media noche y me dolían los pies de tanto bailar, me quede en la mesa sola por un momento hasta que llego Fabiana riendo y sentándose frente a mí, le sonreí.

– ¿Cansada? – me pregunto.

–Algo…

–Apenas comienza la noche. – dijo sonriendo.

–Hablemos si quieres…– le dije.

–Ug. – se quejó. – Que aburrida eres. – se acomodó. – Bien, de que quieres que hablemos. – dijo mientras cruzaba sus piernas.

–Bueno… cuéntame de ti y de Ryan… ¿Tienen un romance? – dije mirándola y sonriendo.

Ella suspiro y me miro, sonrió. – Comenzamos a salir… luego de que tu padre te trajera para este lugar. Él se preocupaba por como yo estaba, o que hacía, estaba al pendiente de mí, él tenía miedo de que terminara cometiendo una locura, luego me dijo que me quedaran en su casa, la casa de los chicos, desde allí entonces podía estar al pendiente de mí y pendiente de…– me miro con pena. – Justin.

– ¿De Justin? – pregunté.

–Sí, bueno… Justin paso por unos meses de depresión constante, estaba loco, él no dormía ni nada… él solo quería encontrarte…

–Pues no busco bien. – dije sonriendo, no tenía ningún sentimiento de rencor sobre Justin, él muy pobre había sufrido al igual que yo.

Fabiana me contó toda su historia con Ryan, desde el principio hasta los días de ahora que no sabía nada de él, la fiesta era en el salón más grande de la casa. Un salón que daba vista hacía el mar, Austin se había desaparecido y no sabíamos dónde andaba. Pero Fabiana y yo ya nos estábamos aburriendo, estábamos sentadas con un par de copas de champán vacías sobre la mesa.

Suspiré, ella también, una banda comenzó a tocar música movible, de un momento a otro Austin apareció. – Fabiana bailemos. – dijo, lo miré con el ceño fruncido. – Tú no sabes bailar esta. – dijo él, sonreí, era cierto, había bailado varias canciones con él pero menos de este tipo movible porque siempre le decía que no sabía cómo bailarla.

Fabiana se fue de la mesa sonriendo ya ella se había aburrido de tanto estar allí conmigo con lástima de dejarme sola. Suspiré y el mesero me trajo otra copa, le agradecí y el siguió su camino, tomé un trago coloqué la copa sobre la mesa y suspire.

–No debería beber tanto Señorita. – dijo una voz masculina detrás de mí. Abrí mis ojos por un momento sorprendiéndome y luego fruncí mi ceño.

Me gire a verle, era un hombre, de la edad de Austin, quizás unos dos años mayor. – ¿Hola? – le dije.

–Hola. – dijo él sonriendo. – ¿Puedo sentarme con usted bella dama? – dijo pasando delante de mí para quedar frete de mí y no detrás de mí.

– ¿Sabes dónde está el baño en este lugar? – le pregunte arreglando mi postura para luego levantarme y marcharme al baño.

Él suspiró. – Esta en el segundo piso. – dijo sonriendo mientras señalaba Hacia arriba. – A la izquierda, la última puerta. – dijo.

–Muchas gracias. – dije sonriéndole. Él asintió sonriendo.

Me levante de la mesa tome mi pequeña cartera, le hice seña a los chicos que iba al baño, camine a la dirección que el chico me había dicho, subí las escaleras rápidamente,  cruce a la izquierda y fui hasta la última puerta, precisamente supe que era esa porque tenía un típico cartel de Baño de Dama. Entre, había una chica allí, me sonrió, le sonreí en forma de saludo, entre al baño desocupado y pase seguro, subí mi vestido baje mis pantis y me senté en el inodoro. Luego salí del bañe, esto de esta en el baño es todo causa de tanta champan que había bebido, no había otra explicación, la chica que anteriormente estaba ya se había ido, así me mire al espejo, lave mis manos, y mientras veía el agua caer en mi manos… un pequeño recuerdo se vino a mi mente…


**“Suspiré y me detuve frente al lavabo a mirarme en el espejo. Aún permanecía igual. Sonreí un poco para mí misma. Y me sostuve del lavabo cuando otro mareo vino hacía mí. La puerta detrás de mí se abrió sobresaltándome. Me di la vuelta inmediatamente para encontrarme con un chico, alto cabello claro y  acomodado hacia arriba, sus brazos tatuados, tragué grueso. '' No, no. No puede ser el chico de la página web '' parpadeé y lo mire, sus ojos color miel estaban sobre mí. Me sonrió. Y yo no supe que hacer.

 –Hola... – dijo él haciéndome un escaneo con su mirada. – ¿Puedo ayudarte en algo?

 –Yo... – tragué grueso y continué mirando al suelo. – yo solo venía al baño, juro que toqué la puerta pero...

 –Este bañó es así. – dijo él inmediatamente. – No debería una chica como tú estar acá sin compañía. Dio un paso hacia mí.

 –Pues... – ''mantente calmada, mantente calmada '' me decía a mí misma. – Ando sola...

 –Eso es bueno. – dio otro paso hacia adelante. Le miré con los ojos abiertos de par en par. Estaba muy cerca de mí, tanto así que alcé mi rostro para poderle ver el de él. Se inclinó un poco sobre mí. Y quedé en shock. ''Me va a besar, me va a besar '' pensé. Pero me calme cuando sus manos se dirigieron al lavabo. '' ¡Senda Idiota! ¿Cómo te va a besar? ¡Cabezota!'' me patee a mí misma interiormente.

Él me sonrió con ganas, yo solo sonreí apenada. Se separó de mí y siguió su camino hasta la puerta y salió del lugar cerrándola tras de él.”**


Un escalofrío recorrió mi cuerpo, cerré mis ojos y suspiré mientras me sostenía de lavabo, apreté mis labios, no debía dejar que me afectara, ya no, volví a tomar aire y luego lo solté lentamente. Me mire al espejo saqué el polvo compacto y me eche un poco en la cara, tome la pintura labial y me coloqué un poco en los labios. Mire la hora las 1:40am.

Salí del baño, baje hasta el primer piso donde estaban todos bailando, algunos grupos reunidos hablando, otros en las esas, miré mi mesa y no estaban los chicos aun fui me senté y respire profundo mientras con la mirada busca a Fabiana y a Austin.

De lejos vi venir a Austin, sonreí mientras él me sonreía. Se acercó rápidamente a mí, llego y se inclinó un poco, depositó un beso en mi frente, arreglo una de las sillas y se sentó frente a mí, le sonreí.

– ¿Y Fabiana? – dije y mire a mi alrededor.

–Se ha ido… me ha dicho que le dolía un poco la cabeza y la despidiera de ti.

Sonreí. – Creo que la hice tomar mucha champán y ella no está acostumbrada a beber.

–A de ser por eso. – me dijo sonriendo. – Te ves muy linda hoy ___. – dijo mirándome fijamente. Me encogí un poco de hombros.

–Se hace lo que se puede…– dije, él sonrió.

–De verdad, te ves muy hermosa así.

–Ya cállate. – dije riendo.

–Bueno… creo que me llaman por allá. – señalo un grupo de chicos de su edad. – Quizás quieran tu numeró. – dijo riendo.

–No seas idiota. – dije riendo.

–Hagamos una cosa…– dijo y suspiro.

–Dime.

–Como quizás estaré mucho tiempo allá. – puse mala cara. – Perdóname linda, pero así es esto. – dijo triste, asentí. – Bueno, él chico que se te acerque a pedirte a bailar o quiera sentarse a hablar aquí contigo, acéptalo, no me molestare, quiero que disfrutes tú también, ¿entendido? – dijo mirándome a los ojos.

Asentí de mala gana. – Me fuese ido con Fabiana. – dije en susurró.

–Ella ya había disfrutado mucho. – me dijo. – Tu solo has bailado conmigo. – sonrió. – El hecho de que sea tu prometido no significa que bailes solo conmigo.

–Pero eres el único que conozco acá. – le mire.

–Seguro aparecerá uno que te saqué a bailar y te agrade. – me dijo sonriendo.

–Pensé que ya te ibas. – dije dándole malos ojos, él sonrió.

–Te quiero demasiado, tonta. – dijo, me tomó el rostro y volvió a darme un beso en la frente. – Vuelvo al rato. – dijo poniéndose de pie. Asentí, él se marchó en dirección a los chicos.


Suspire, vi la hora en el celular las 2:37am. Esto se había hecho largo solo había bailado dos canciones y ahora estaba sentada sola en la mesa y estaba terminando mi sexta copa de champan. Hace rato me fije que el grupo donde estaba Austin habían caminado hacía el patio, así que ahora lo tenía fuera de vista. Parpadeé un poco, el sueño comenzaba a entrar a mi cerebro.

–Buenas Señorita. – escuche una voz masculina tras de mí, abrí mis ojos, fruncí el ceño, me parecía que reconocía esa voz. – El Señor Austin me ha enviado por usted. – cerré mis ojos, la voz era más gruesa así que era imposible, suspiré. – Me ha dicho que la lleve a donde usted me diga. – suspiré y asentí.

Supuse que se había dado de cuenta que estaba aburrida. Gire a ver al Señor que había venido por mí. – Justin. – dije quedando sin aliento.

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