UNA FIESTA
Esta
noche iríamos a una fiesta, sí, como lo dije, a una fiesta, había una “reunión”
de unos compañeros de Austin, así que él había decidido llevarme a mí y a
Fabiana a esa fiesta. Yo ya me sentía mejor, claro, el día anterior en un
parque de diversiones le sube el ánimo a quien sea. Y un día anterior a ese…
pues como era el primer día de Fabiana acá, le dimos un recorrido turístico y fuimos
al cine y al anochecer fuimos al muelle, donde comimos y la pasamos bien.
Pero hoy
tocaba una fiesta, claro estaba que todas estas salidas eran nada más y nada
menos que con una sola intención: hacerme sentir bien. Así que recibiría todas
esas buenas vibras que ellos dos me estaban enviando y les haría caso en todo.
Necesitaba estar bien, él ya lo estaba, Fabiana lo estaba, Austin lo estaba… me
tocaba a mí.
Así que
me decidí entre los dos vestidos, el largo que tocaba el suelo color rosado y
el vestido que llegaba por debajo de las rodillas color salmón. Por supuesto
elegí el corto, el rosado no me gustaba. Fabiana entro a mi habitación con el
vestido por debajo de sus rodillas color azul cielo que le había emprestado,
bueno mejor dicho regalado, porque ahora veía que se le veía bien. Ella me
sonrió. – Llego la hora del maquillaje. – me dijo e hice mala cara, ella sonrió
más, dio un paso adelante y entraron los estilistas. Fruncí mi ceño ella
sonrió, solo negué con la cabeza mientras sonreía para mí misma. Nos sentamos
en las sillas cómodas que parecían de peluquería, una persona se encargó de
maquillarme, mientras otra se encargó de mi cabello, otra de las uñas de mis
manos y otra de mis pies, lo mismo sucedía con Fabiana.
Luego de
unos largos minutos me puse de pie, sonreí a Fabiana quien estaba fascinada por
cómo se veía. Suspiré y me mire frente al espejo. – Wuao. – dijo Austin
entrando por la puerta de mi habitación, sonreí y un rubor mínimo se notó en
mis mejillas. – Debo decir que las dos se ven hermosas. – dijo y me guiño. Reí.
– Te ayudaré con tus tacones. – dijo él mientras caminaba hacia mí, asentí, me
senté y él se puso de cuclillas para colocar y ajustar los tacones negros a mis
pies.
–Gracias.
– le dije cuando él termino y se colocó derecho, él solo sonrió, Fabiana y yo
ya estábamos juntas así que lo único que hicimos fue salir de la habitación,
por supuesto que llevaba mi cartera de mano color negro, como un monedero
formal donde mantenía un espejo, un polvo de rostro y mi celular. Fabiana
también llevaba uno, tanto sus tacones como su cartera o monedero eran de color
blanco. Claro que estábamos con colores que nos resaltaran.
Fabiana
se veía muy hermosa con su cabello con hondas mientras yo… lo llevaba liso y
algunos lugares con ondas para no quitarle el efecto natural al cabello. Mi
padre y mi madrastra por supuesto que no comentaron nada, a ellos les encantaba
la idea de que yo me vinculara más con la clase social alta y que las personas
me vieran con Austin, como su prometida.
No
duramos mucho al llegar al lugar, el padre de Austin nos había enviado una
limosina con chofer. Fabiana estaba emocionada, por todas las cosas de la clase
alta, sonreí, yo… en realidad no me gustaba mucho esas cosas, pero a veces se disfrutar
la situación sin pensar en las demás cosas.
La
limosina nos dejó justo en la entrada de la gran casa, una mansión. Fabiana y
yo bajamos de la limosina, y mientras Austin se mantenía a mi lado caminamos
por una alfombra roja, sonreí, me sentía como si fuese asistir a unos premios
Oscar. Austin nos hizo detenernos un par de veces y las personas gritaban cosas
y algunas preguntas como “¿Cuándo es la fecha de la boda?” y otras cosas
referente al compromiso. Las fotos venían de todos lados, así que Fabiana y yo
nos apresuramos un poco más y Austin nos siguió.
No deje
de reír con las críticas que Austin hacía sobre todo y Fabiana que lo ayudaba.
– Deténganse ya. – dije riendo.
–Es
cierto. – insistió Austin. – Si te fijas bien… no sabe caminar en tacones, es
como si los tacones no aguantasen su peso. – dijo y Fabiana rió
escandalosamente. Tapé mi cara, esa señora de cincuenta y tanto de años se
daría de cuenta que estos dos no paraban de criticarla.
Era ya
casi media noche y me dolían los pies de tanto bailar, me quede en la mesa sola
por un momento hasta que llego Fabiana riendo y sentándose frente a mí, le
sonreí.
– ¿Cansada?
– me pregunto.
–Algo…
–Apenas
comienza la noche. – dijo sonriendo.
–Hablemos
si quieres…– le dije.
–Ug. –
se quejó. – Que aburrida eres. – se acomodó. – Bien, de que quieres que hablemos.
– dijo mientras cruzaba sus piernas.
–Bueno…
cuéntame de ti y de Ryan… ¿Tienen un romance? – dije mirándola y sonriendo.
Ella
suspiro y me miro, sonrió. – Comenzamos a salir… luego de que tu padre te
trajera para este lugar. Él se preocupaba por como yo estaba, o que hacía,
estaba al pendiente de mí, él tenía miedo de que terminara cometiendo una
locura, luego me dijo que me quedaran en su casa, la casa de los chicos, desde
allí entonces podía estar al pendiente de mí y pendiente de…– me miro con pena.
– Justin.
– ¿De
Justin? – pregunté.
–Sí,
bueno… Justin paso por unos meses de depresión constante, estaba loco, él no
dormía ni nada… él solo quería encontrarte…
–Pues no
busco bien. – dije sonriendo, no tenía ningún sentimiento de rencor sobre
Justin, él muy pobre había sufrido al igual que yo.
Fabiana
me contó toda su historia con Ryan, desde el principio hasta los días de ahora
que no sabía nada de él, la fiesta era en el salón más grande de la casa. Un
salón que daba vista hacía el mar, Austin se había desaparecido y no sabíamos
dónde andaba. Pero Fabiana y yo ya nos estábamos aburriendo, estábamos sentadas
con un par de copas de champán vacías sobre la mesa.
Suspiré,
ella también, una banda comenzó a tocar música movible, de un momento a otro
Austin apareció. – Fabiana bailemos. – dijo, lo miré con el ceño fruncido. – Tú
no sabes bailar esta. – dijo él, sonreí, era cierto, había bailado varias
canciones con él pero menos de este tipo movible porque siempre le decía que no
sabía cómo bailarla.
Fabiana
se fue de la mesa sonriendo ya ella se había aburrido de tanto estar allí
conmigo con lástima de dejarme sola. Suspiré y el mesero me trajo otra copa, le
agradecí y el siguió su camino, tomé un trago coloqué la copa sobre la mesa y
suspire.
–No
debería beber tanto Señorita. – dijo una voz masculina detrás de mí. Abrí mis
ojos por un momento sorprendiéndome y luego fruncí mi ceño.
Me gire
a verle, era un hombre, de la edad de Austin, quizás unos dos años mayor. –
¿Hola? – le dije.
–Hola. –
dijo él sonriendo. – ¿Puedo sentarme con usted bella dama? – dijo pasando
delante de mí para quedar frete de mí y no detrás de mí.
– ¿Sabes
dónde está el baño en este lugar? – le pregunte arreglando mi postura para
luego levantarme y marcharme al baño.
Él
suspiró. – Esta en el segundo piso. – dijo sonriendo mientras señalaba Hacia
arriba. – A la izquierda, la última puerta. – dijo.
–Muchas
gracias. – dije sonriéndole. Él asintió sonriendo.
Me
levante de la mesa tome mi pequeña cartera, le hice seña a los chicos que iba
al baño, camine a la dirección que el chico me había dicho, subí las escaleras
rápidamente, cruce a la izquierda y fui
hasta la última puerta, precisamente supe que era esa porque tenía un típico
cartel de Baño de Dama. Entre, había una chica allí, me sonrió, le sonreí en
forma de saludo, entre al baño desocupado y pase seguro, subí mi vestido baje
mis pantis y me senté en el inodoro. Luego salí del bañe, esto de esta en el
baño es todo causa de tanta champan que había bebido, no había otra
explicación, la chica que anteriormente estaba ya se había ido, así me mire al
espejo, lave mis manos, y mientras veía el agua caer en mi manos… un pequeño
recuerdo se vino a mi mente…
**“Suspiré y me detuve frente al lavabo a
mirarme en el espejo. Aún permanecía igual. Sonreí un poco para mí misma. Y me
sostuve del lavabo cuando otro mareo vino hacía mí. La puerta detrás de mí se
abrió sobresaltándome. Me di la vuelta inmediatamente para encontrarme con un
chico, alto cabello claro y acomodado hacia arriba, sus brazos tatuados,
tragué grueso. '' No, no. No
puede ser el chico de la página web ''
parpadeé y lo mire, sus ojos color miel estaban sobre mí. Me sonrió. Y yo no
supe que hacer.
–Hola... – dijo él haciéndome un escaneo
con su mirada. – ¿Puedo ayudarte en algo?
–Yo... – tragué grueso y continué mirando
al suelo. – yo solo venía al baño, juro que toqué la puerta pero...
–Este bañó es así. – dijo él
inmediatamente. – No debería una chica como tú estar acá sin compañía. Dio un
paso hacia mí.
–Pues... – ''mantente calmada, mantente
calmada '' me decía a mí
misma. – Ando sola...
–Eso es bueno. – dio otro paso hacia
adelante. Le miré con los ojos abiertos de par en par. Estaba muy cerca de mí,
tanto así que alcé mi rostro para poderle ver el de él. Se inclinó un poco
sobre mí. Y quedé en shock. ''Me va a besar, me va a besar '' pensé. Pero me calme cuando sus
manos se dirigieron al lavabo. '' ¡Senda Idiota! ¿Cómo te va a
besar? ¡Cabezota!'' me patee a mí misma interiormente.
Él me sonrió con ganas, yo solo sonreí apenada. Se separó de mí y
siguió su camino hasta la puerta y salió del lugar cerrándola tras de él.”**
Un
escalofrío recorrió mi cuerpo, cerré mis ojos y suspiré mientras me sostenía de
lavabo, apreté mis labios, no debía dejar que me afectara, ya no, volví a tomar
aire y luego lo solté lentamente. Me mire al espejo saqué el polvo compacto y
me eche un poco en la cara, tome la pintura labial y me coloqué un poco en los
labios. Mire la hora las 1:40am.
Salí del
baño, baje hasta el primer piso donde estaban todos bailando, algunos grupos
reunidos hablando, otros en las esas, miré mi mesa y no estaban los chicos aun
fui me senté y respire profundo mientras con la mirada busca a Fabiana y a
Austin.
De lejos
vi venir a Austin, sonreí mientras él me sonreía. Se acercó rápidamente a mí,
llego y se inclinó un poco, depositó un beso en mi frente, arreglo una de las
sillas y se sentó frente a mí, le sonreí.
– ¿Y
Fabiana? – dije y mire a mi alrededor.
–Se ha
ido… me ha dicho que le dolía un poco la cabeza y la despidiera de ti.
Sonreí.
– Creo que la hice tomar mucha champán y ella no está acostumbrada a beber.
–A de
ser por eso. – me dijo sonriendo. – Te ves muy linda hoy ___. – dijo mirándome
fijamente. Me encogí un poco de hombros.
–Se hace
lo que se puede…– dije, él sonrió.
–De
verdad, te ves muy hermosa así.
–Ya
cállate. – dije riendo.
–Bueno…
creo que me llaman por allá. – señalo un grupo de chicos de su edad. – Quizás
quieran tu numeró. – dijo riendo.
–No seas
idiota. – dije riendo.
–Hagamos
una cosa…– dijo y suspiro.
–Dime.
–Como
quizás estaré mucho tiempo allá. – puse mala cara. – Perdóname linda, pero así
es esto. – dijo triste, asentí. – Bueno, él chico que se te acerque a pedirte a
bailar o quiera sentarse a hablar aquí contigo, acéptalo, no me molestare,
quiero que disfrutes tú también, ¿entendido? – dijo mirándome a los ojos.
Asentí
de mala gana. – Me fuese ido con Fabiana. – dije en susurró.
–Ella ya
había disfrutado mucho. – me dijo. – Tu solo has bailado conmigo. – sonrió. –
El hecho de que sea tu prometido no significa que bailes solo conmigo.
–Pero
eres el único que conozco acá. – le mire.
–Seguro
aparecerá uno que te saqué a bailar y te agrade. – me dijo sonriendo.
–Pensé
que ya te ibas. – dije dándole malos ojos, él sonrió.
–Te
quiero demasiado, tonta. – dijo, me tomó el rostro y volvió a darme un beso en
la frente. – Vuelvo al rato. – dijo poniéndose de pie. Asentí, él se marchó en
dirección a los chicos.
Suspire,
vi la hora en el celular las 2:37am. Esto se había hecho largo solo había
bailado dos canciones y ahora estaba sentada sola en la mesa y estaba terminando
mi sexta copa de champan. Hace rato me fije que el grupo donde estaba Austin
habían caminado hacía el patio, así que ahora lo tenía fuera de vista. Parpadeé
un poco, el sueño comenzaba a entrar a mi cerebro.
–Buenas
Señorita. – escuche una voz masculina tras de mí, abrí mis ojos, fruncí el
ceño, me parecía que reconocía esa voz. – El Señor Austin me ha enviado por
usted. – cerré mis ojos, la voz era más gruesa así que era imposible, suspiré.
– Me ha dicho que la lleve a donde usted me diga. – suspiré y asentí.
Supuse que se había
dado de cuenta que estaba aburrida. Gire a ver al Señor que había venido por mí.
– Justin. – dije quedando sin aliento.
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