SIEMPRE ESTABAS ALLÍ
El día
termino eh inmediatamente comenzó el otro, eran exactamente las 9am cuando me
desperté, fui al baño, hice el aseo personal, salí de la habitación, me cambie
de ropa, quité mi pijama y coloqué ropa que podría servirme para salir a algún lugar.
Entonces se hicieron rápidamente las 10am mientras comía lo que la señora de
servicio había dejado a la horilla de mi cama, salí de mi habitación y me
dirigí rápidamente a la habitación de ___. La escuche hablando, pero solo
escuchaba su voz, fruncí el ceño y me quede un momento tras la puerta.
–Está
bien… yo podría… no sé, inventar cualquier excusa. – escuche tras la puerta.
Ella guardo silenció y continuó. – ¿En la noche entonces? – fruncí mi ceño,
¿qué se suponía que estaba planeando ___. – Bien, entonces… ¿es seguro? Bien.
Deje de
escuchar tras la puerta, era Austin con la persona que ella hablaba, no podía
ser nadie más. Así que toqué la puerta y la abrí, la vi a ella sonreírme un
poco nerviosa mientras guardaba el celular.
*___.*
Había ocupado
a Fabiana en unas cosas de la boda, necesitaba estar sola y pensar lo que iba
hacer esta noche, mordí mi labio inferior, suspire, salí del baño y me mire en
el gran espejo que había en una de las paredes de la habitación. El vestido
color salmón claro tenía una caída muy linda, dejándome la espalda al
descubierto y con un descote en V delante. Era largo, así que opte por
colocarme los tacones negros ya que el vestido llegaba por debajo de las
rodillas, tome mi pequeña cartera de color negro, guarde mis llaves y otras
cosas como el maquillaje. Mi celular sonó antes de guardarlo en la pequeña
cartera, era Austin. Sonreí nerviosa y conteste.
– ¿Lista?
– me preguntó.
–Supongo.
– dije.
–Bueno
deberías bajar, estoy por entrar a tu casa. – me dijo, colgué y me mire por
última vez, retoque el labial rojo en mis labios, y salí de la habitación. Baje
con cuidado de no hacer ningún ruido que llamara la atención de Fabiana, o si
no, ella no entendería el por qué hacía esto.
Llegue a
la parte de abajo encontrándome con Austin y mi padre. Austin me miro
sonriendo, baje la mirada un poco apenada. – Te vez hermosa. – dijo cuando
llegue a su lado. – Le eh dicho a tu padre que saldremos. – dijo y colocó su
mano por detrás de mí en mi cintura.
– ¿A
dónde irán que están tan arreglados?
–Sera
una sorpresa que le prepare a ella. – dijo Austin sonriendo. – Bueno, que tenga
buenas noches. – dijo sonreí, mi padre no le decía que no él. – No espere a ___, ella estará bien
conmigo, no sé qué día se la regrese.
Mi padre
asintió sonriendo. – Un par de enamorados…– comentó mi papá, Austin y yo
sonreímos. – Hija con ese vestido, te vez como si te fueses a casar ahora mismo.
– dijo mi padre, asentí.
Salimos
de la casa y él cerró la puerta tras nosotros, caminamos al auto y subimos en
el. – ¿Vas a casarte ahora mismo eh? – dijo Austin mientras colocaba el auto en
marcha.
–No sabe
lo que dice. – dije sonriendo.
Eran las
9:27pm cuando vi la hora aun en el camino, como no era tan tarde aún había tráfico
así que cada vez me coloca más nerviosa. – ¿Estas segura de esto? – me pregunto
Austin, suspiré y asentí. – No te vez tan segura… si quieres… tú me dices y
optamos por ir a otro lugar.
–Necesito
hacer esto Austin, necesito hacerlo antes de la boda. – dije mirándolo, yo
estaba nerviosa y él claramente muy preocupado.
–Tampoco
es como si me obligaras hacer esto contigo…– dijo dando una media sonrisa. – Pero…
no te veo que tú estés segura.
–Solo
llévame allí Austin. – dije mirándolo. Él asintió y suspiró. – Discúlpame de
verdad que te haga hacer esto…
–Si
crees que estarás mejor haciendo esto… entonces… no tengo problema. – dijo y
quito su mano derecha del volante del auto y me tomó la mía dando un pequeño
apretón, lo mire y sonreí nerviosa. – Por cierto, te vez muy hermosa…
–Necesitaba
meterme en el papel…– dije sonriendo.
– ¿En
serio harás esto? – preguntó sin creerlo. Asentí, y sonreí aunque fue más como
una mueca.
Si decía
la verdad, no sabía que iba a suceder, no estaba segura, no sabía que haría
exactamente, que hablaríamos, o en que terminaría todo esto, pero debía
hacerlo. Debía entregarme a él antes de la boda.
El
tráfico fue desapareciendo, poco a poco
nos acercábamos más al lugar destinado, suspiré un par de veces, de
verdad estaba más que nerviosa, así que permanecimos callados en el camino.
Unos 25 minutos después nos encontrábamos en el aparcamiento del lugar, suspiré
y frote mis manos, cerré mis ojos para calmarme un poco.
–Bueno,
acá estamos…– me dijo sonriendo un poco. Asentí. – De verdad… si no quieres
podríamos regresar…
–No, no,
estoy bien… es solo que… no sé cómo actuar en una situación así.
–Se tu
misma. – me dijo mirándome a los ojos. – Anda, baja del auto… sube a la
habitación... – lo mire e hice una mueca. – Ve, pero recuerda algo. – me dijo,
lo mire. – Si vas a dejarme plantado o te vas a ir…– sonrió. – Por favor
avísame…
–Está
bien. – dije sonriendo un poco. – Gracias Aus por aceptar todo esto.
–Está
bien linda…– me dijo, lo abrace, él me dio un beso en la frente, sonreí. – Ve.
– Me dijo, asentí y baje del auto, arregle mi vestido y tome fuerte mi pequeña
cartera negra. Cerré mis ojos mientras caminaba al ascensor, estaba loca de
remate por lo que estaba a punto de hacer.
Entre al
ascensor marque el número de piso, mis manos comenzaban a humedecerse, cerré
mis ojos e intente relajarme con la música del ascensor, pero era imposible, en
realidad estaba demasiado nerviosa. El sonido de llegada al piso sonó y las
puertas se abrieron, mordí mi labio, baje sin querer arrepentirme del hecho de
que ya estaba allí.
Me
acerque a la puerta, y fruncí mi ceño maldiciéndome a mí misma por esto y
obligándome a terminar lo que había empezado. Subí mi mano para dar dos golpes
a la puerta pero antes de dar el primero está se abrió. Abrí mis ojos. Se
mostró la imagen de él mirando la pantalla de su celular mientras guardaba la
tarjeta (llave) de la puerta. Tragué grueso. Él subió la mirada y abrió sus
ojos. – ___. – me dijo. Me quede paralizada.
–Yo…–
suspiré. Vi su vestimenta. – ¿Tienes compañía? – le pregunté por cómo estaba
vestido, él negó con un movimiento de cabeza. – ¿Saldrás?
–No, yo…–
me miró. – Iba a salir a comer…
–Ah. –
dije y me hice hacia atrás.
–Pero…
pasa. – me dijo y abrió completamente la puerta. – ¿Qué haces aquí? – me
preguntó cuándo aun yo me mantenía en el pasillo.
–Justin
yo…– suspiré. – Venía hablar contigo, creo ese día… solo no podía aceptar el
hecho de que estuvieras en la ciudad y… bueno… ¿Podríamos hablar?
–Claro,
pasa. – me dijo. Tragué saliva. Le vi hacer una mueca parecida a una sonrisa,
negó con su cabeza para sí mismo, y yo entre a la suite.
Respire
profundo al estar allí dentro, miré a mi alrededor, todo continuaba igual que
antes. Me detuve en el pasillo de la entrada. Escuche que él cerró la puerta,
mi corazón comenzó a latir rápidamente.
– ¿Por
qué has venido tan tarde? – me preguntó quizás muy cerca de mí, pero yo me
encontraba de espalda a él.
–Yo… eh
venido hablar sobre…– ya hasta se me había olvidado de que iba hablar.
– ¿Ya
comiste? – me preguntó pasándome por un lado y tomando camino a algún lugar en
la suite.
–No yo…
no me apeteció nada así que…
–Quieres
¿Agua, jugo o alcohol? – me preguntó desde un lugar, no sabía dónde estaba.
– ¿Alcohol?
– dije en forma de pregunta más para mí que para él.
Él
regreso con un vaso de jugo de naranja y una cerveza de lata. Asentí. – Por
supuesto que alcohol no. – dijo sonriendo un poco y entregándome el vaso con
jugo.
–Gracias.
– dije y tome un tragó.
– ¿Quieres
comer? – me dijo. Lo miré sin entender.
–Yo…
–Ordenare
algo de comer, espérame. – dijo y se fue a una habitación. Suspiré y no deje de
mirarlo hasta que desapareció tras una pared. Mire a mi alrededor, la
decoración era linda, lujosa claro, todo a blanco y negro. Camine un poco más y
me encontré con la sala de estar. Lo podía escuchar ordenando algo de comida,
así que me fije en los cuadros, la historia que plasmaban en ellos.
Una
canción comenzó a sonar en mi cabeza, la sacudí un poco para despejar mi mente
y pensar que decirle a Justin. Mordí mi labio, lo escuche entrar al lugar, me
gire a verlo, él me miraba seriamente.
– ¿Por
qué has venido a la ciudad Justin? – le pregunte con el vaso de jugo en mis
manos, había dejado mi pequeña cartera en la mesa de la entrada.
–Yo… en
realidad quería verte ___... – dijo caminando hacia mí. – Pero veo que no hay
arreglo con esto, a pesar de que hayas venido hoy… aun no me dejas acercarme a
tu corazón.
–Me
heriste Justin. – le dije mirándolo a los ojos. – Ese día me ignoraste, tu…
fingiste no conocerme… y luego ella… ¡Ash! – dije dejando el vaso a un lado y
caminando en dirección al balcón, salí de la sala y el frió de la noche
acarició mi piel, unas lágrimas escaparon de mis ojos, las sequé rápidamente.
Miré el
lugar, era tan lindo, y sin pensar que había personas sufriendo por amor, como
ahora lo estaba yo. Baje la mirada, estábamos tan alto. Lo escuche llegar tras
de mí. – Entiéndeme no sabía que hacer… me había dado por vencido, había
aceptado que no te volvería a ver por culpa del desgraciado de tu padre, estaba
intentando hacer una vida sin ti…– me dijo. Apreté mi mandíbula intentando no
llorar. – Pero tú nunca me dejabas… al menos no en mi mente, siempre estabas
allí…– lo sentí acercarse más a mí. Una lágrima marco su camino en mi mejilla.
Sentí
que colocó su chaquete de cuero encima de mis hombros. Mordí mi labio. Él se
colocó a un lado de mí y me miró. Continué mirando hacia adelante, rompería en
llanto sí lo miraba. – Yo… estaba igual que tú… pero no intente hacer una vida
sin ti. – le dije. – Intente terminar la vida sin ti. – otra lágrima resbalo
por mi mejilla. – Era algo absurdo como todas las noches esperaba que
aparecieras por la ventana de mi habitación como varias veces lo hiciste en
aquella ciudad. – dije y baje la mirada. – Te espere cada noche, cada día, pero
cada día deseaba dejar esta vida…
–Lo
siento…– susurró él. – Perdóname, Fabiana intento animarme y cuando estuve a
punto de comenzar a buscarte… te vi en la Tv, anunciaban tu compromiso con
Austin, joder, me dije a mi mismo que donde lo viera lo mataría, pero mírame, acepte
su ayuda para verte, fue la mejor manera… y mira como estamos ahora…
–
¿Venías por mí? ¿Me ibas a llevar contigo? – dije mirándolo.
–Sí…–
me dijo y se acercó a mí. Lo mire a los ojos. – Mirándote esta noche aquí…
podría alucinar con llevarte de vuelta a mí…– me dijo y se acercó más, tragué
un poco de saliva, su dedo pulgar paso por mi mejilla secando el camino húmedo
de la lágrima que recién pasaba por allí.
Su
mano se abrió y se pegó a mi mejilla, cerré los ojos a sentir su tacto. Él se
acercó un poco más, abrí mis ojos y mire los suyos, extrañaba verlos, extrañaba
verlo a él, me acomodé más en su palma, él acarició mi mejilla. Con su otra
mano me haló un poco colocándome frente a él y abrazándome. Su mano dejo de
estar en mi mejilla, ahora estaban en mi espalda, apretándome a él. Yo pase mis
brazos por debajo de los de él y lo abrace, lo extrañaba, no podía negarme la
oportunidad de estar cerca de él. Levanté mi cabeza y lo miré. Aunque estaba en
tacones aún era más baja que él. Él me miro a los ojos, sentí un cosquilleo en
mi estomagó, antes de que él se acercar un poco más el timbre de la puerta
sonó. Él cerró sus ojos, y yo los míos, eso nos sacó inmediatamente de donde
estábamos y nos trajo a la realidad. Me solté poco a poco de él.
–Es
la comida. – me dijo. Asentí, entre tras de él a la suite dejando el balcón, pero
yo me quede en la sala mientras él recibía la comida y entregaba el dinero de
pago a la persona.
Él
regreso al lugar con una caja de pizza, sonreí. – ¿Pizza?
–Sé
que te gusta esto. – me dijo sonriendo.
–En
todo el tiempo que llevo acá no la he probado. – dije sonriendo.
–Bueno
es hora de comer. – me dijo, asentí, me levante. – ¿A dónde vas? – me preguntó.
–Por
algo de beber…– dije. Él asintió sonriendo quedándose sentado en su lugar.
Camine y deseé no perderme, cuando cruce la puerta correctamente era la cocina,
sonreí, fui a refrigerador y saqué dos latas de cerveza. Regrese a la sala y él
ya estaba comiendo un pedazo. Me miro. – ¿Cerveza? ¿Tú? No te di permiso. –
dijo sonriendo.
–También tengo tiempo sin probarla. – dije, él rió, yo sonreí, las coloque sobre la pequeña mesa de la sala y él las abrió, tomé mi pedazo de pizza y le di el primer mordisco. – Rica. – dije con la boca llena, él rió.
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