sábado, 2 de enero de 2016

CAPITULO 30

–  Sí. –   dijo él cerca de mí y serio. Tragué saliva, mi cuerpo se estremeció ante su voz pero al mismo tiempo estaba nerviosa.

–   ¿Qué cosa? –   pregunte en un susurro. Él se acercó un poco más a mí, a respiración se volvió lenta… su celular sonó y desperté del sueño en el que estaba entrando, suspiré, él cerro los ojos y contesto la llamada de su celular.

–  ¿Sí, diga? –  frunció su ceño, solté el aire que había contenido, mordí mi labio pensando en lo que podía haber pasado. –  No, no puedo ahora. –  lo mire, le hice seña de que no, le dije moviendo con mis labios “no importa”, claro que él frunció más su ceño. –  ¿Es muy importante? ¿No puede esperar? Yo realmente estoy en algo muy importante ahora mismo. –  continué haciéndole seña de que no importaba. –  Bueno, en media hora puedo…–  dijo él dando un suspiro. Me calme. Él colgó la llamada. –  ¿Qué sucede?

– No podías cancelar. –  dije mirándolo.

– No puedo cancelarte a ti. –  dijo como si pareciera confundido.

– Bueno es que…–  pensé un momento. –  Es tu trabajo, no perderás tu trabajo por estar acá.

– No iba a perder mi trabajo por eso. –  entrecerró los ojos. –  Pero es algo importante, créeme que si no lo fuera… lo fuera cancelado.

– Bueno. –  suspire con una pequeña sonrisa. –  Creo que ya debo irme entonces. –  le sonreí.

–  ¿Qué? –  frunció su ceño. –  ¿Piensas que yo te dejare botada acá? –  bufó. –  Vamos, te llevare hasta tu departamento. –  dijo, asentí, él colocó su mano en el centro de mi espalda manteniéndome cerca de él mientras nos dirigíamos de regreso al auto.

–  ¿Qué ibas a decirme? –  le pregunte cuando íbamos camino a mi departamento. Él guardo silencio, solté un aire de inconformidad, quería saber que era lo que pasaba… lo mire, él sonrió sin mirarme, con su mirada fija en la vía, yo me sonroje y deje de mirarlo.

Al llegar al departamento, él bajo del auto, abrió mi puerta, baje. Fui a despedirme de él, pero sorpresivamente él me guió hasta mi departamento, guarde silencio mientras estaba nerviosa y pensando en cómo agradecerle. –  Y bueno…–  dijo sonriéndome, suspiro y me miro a los ojos.

– Gracias por traerme. –  dije apresurándome.

– No hay de qué. –  sonrió con las manos metidas en los bolsillos de su pantalón.

– Bueno…–  mire hacia la puerta. –  ¿Nos vemos luego? –  dije dudando.

– Sin duda. –  dijo él sonriendo y asintiendo, sonreí. Me di la vuelta y abrí mi puerta di un paso hacia adelante entrando, me gire y le mire.

– Creo que es todo por hoy. –  volví a sonreír. –  Que tengas buen día. –  dije.

– Tu igual. –  contestó. Asentí y me di la vuelta para entrar completamente, antes de cerrar la puerta tras de mí una mano sujeto mi mano, abrí mis ojos, me gire inmediatamente, él aún estaba allí, día un paso hacia delante y en menos de lo que esperaba ya tenía su mano en mi mejilla y sus labios sobre los míos. Mantuve mis ojos abiertos en shock por un momento, luego sentí un hormigueo en mi estómago, y le correspondí el beso. Él presiono más su mano en mi mejilla y cuando yo estuve a punto se subir mi mano hasta su rostro… su celular sonó. Nos detuvimos, mantuve mis ojos cerrados, cuando los abrí él aun pertenecía conmigo allí, cerca, me sonrió, me sonroje por mil veces. –  Hasta luego. –  me dijo, asentí, él se dio la vuelta y yo cerré la puerta de mi departamento, tape mi boca de la emoción y mi respiración estaba como si hubiese corrido un maratón, comencé a reírme y a dar saltos por todo mi departamento. Era extraña la forma en que me sentía, me sentí bien, me sentí feliz… y todo sin Justin a mi lado. Para no arruinar mi felicidad deje de pensar en Justin y continué tocándome los labios mientras recordaba el beso.

Mi tonó de llamada de mi celular me hizo pegar un brinco y comenzarme a reír sola, conteste rápidamente, era mi madre, quería saber cómo estaba últimamente y… como me iba con lo demás, ya saben “lo demás” igual “Justin”. Quedo en venir a la casa, llegaría a la hora del almuerzo así que me permití prepararle un buen almuerzo que le gustase y luego no fuese a decir que soy una floja que morirá por mala alimentación.

–  ¿Eres feliz? –  me preguntó ella sería, ya teníamos mucho rato conversando mientras bebíamos champan, como si fuese un día festivo para nosotras. Ella se encontraba en el mueble cerca de la ventana y yo, sentada en la horilla de la ventana. –  Dime. –  insistió. Me mantuve seria, la mire a los ojos y luego vi el champan en mi copa. Suspire.

– Lo soy mamá…–  dije sin mirarla.

–  ¿Lo eres realmente? ¿Lo eres con este chico del que me hablas? –  sus ojos tenían el signo de interrogación.

– Mamá no te diré que soy la mujer más feliz del mundo. –  dije y mire por la ventana. –  Pero… en estos momentos me siento bien, me siento feliz. –  la mire.

– No quiero que te confundas ___

–  ¿Mamá en que podría confundirme?

– En el amor, no quiero que sientas que amas a este chico en menos de un mes, ni siquiera tres o cuatro meses. –  dijo, tome un sorbo de champan. –  Justin, ese chico no lo conozco casi, pero se que te ama

– No lo hace. –  le interrumpí.

– Digas lo que digas no me cambiaras de opinión. –  me miro como si me regañase. –  Él te ama, lo veo en sus ojos.

–  ¡¿Entonces porque si me ama se acuesta con otra?! –  dije, mis ojos se cristalizaron, tense mi mandíbula, trate de no llorar, mi madre se mantuvo callada mirándome, gire la vista hacia afuera y al apenas voltear una lágrima resbalo por mi mejilla, la sequé rápidamente y tome otro sorbo, vi a mi madre beber un gran sorbo.

– Entonces…–  se colocó de pie y camino hasta mi lado. –  Aun con más razón, no quiero que te vayas con el primero que se te cruce por despecho, no quiero que comentas un error.

– Estoy bien, Lucky es un abogado, es respetuoso, atento…–  dije.

– Le verás todos los buenos aspectos, de eso estoy segura, con tal de olvidarte rápido del otro chico, Justin.

– No lo quiero olvidar. –  la miré. –  Pero no quiero vivir atascada esperando por él. –  tense mi mandíbula. –  ¿Qué hay de mi si él nunca regresa, eh? –  dije y deje de mirarla.

– Lo hará, porque te ama.

– No madre. –  sonreí sin ganas. –  Las cosas no son como en las novelas, acá… si les gusta otra chica cambian y ya, ya no existe eso del amor… muy pocas personas sienten eso. –  dije mirando a la nada.

– Hija… claro que si existen…

– En mi vida entera he conocido una sola persona, que de verdad amaba, él sabía amar. –  mire a mi mamá. –  Ese era Austin, mamá. –  dije y tense mi mandíbula.

–  ¿Por qué no te permites llorar y sacar todo eso que sientes dentro? –  me dijo.

– Le prometí a Austin que sería feliz, un día me prometí a mí misma no llorar cuando estuviera él para no hacerlo sentir mal, así que. –  sonreí y limpie una lágrima en mi mejilla. –  Supongo que él ahora está en todos lados. –  reí.

– Hay hija solo…–  acarició mi hombro. –  Piensa bien en lo que haces, para que luego no te arrepientas de nada linda. –  dijo y dio un beso en mi frente, asentí, y las dos tomamos un sorbo de champan, bueno lo último que nos quedaba en las copas. Mi madre suspiro y me miro algo preocupada.

–  ¿Qué? –  respondí sonriendo aunque ella no había hecho ninguna pregunta.

– Ya casi es navidad…–  comentó, asentí. –  ¿Qué piensas hacer?

– Aun no tengo ningún plan…–  sonreí. –  Te avisare cuando tenga uno.

– Creo que debería irme, está a punto de oscurecer ya, eh pasado todo el día acá contigo. –  dijo mi madre sonriendo y terminando de secar mí cabello ya que me había duchado.

– Deberías quedarte…–  dije mientras me colocaba un vestido parecido al anterior pero esta vez de color negros y algunas flores blancas. Ella subió la cremallera de mi vestido que quedaba en la espalda. Suspire, y la abrace. –  Quédate. –  le dije.

– Sabes que no puedo. –  sonrió. Pero vendré más seguido. –  Si no tienes planes para noche buena y fin de año… puedes pasarla con nosotros. –  dijo mientras terminaba de alistarse.

–  ¿Cómo esta Frank? –  le pregunte.

– Está bien, a veces suele decir que te extraña. –  sonrió.

–  Dile que le mando saludos. –  le sonreí, la abrace por última vez y caminamos hasta la puerta. Al abrir la puerta, deje de sonreír.

– Bueno ya me iba. –  dijo mi madre mirándonos, me dio un beso, le saludo con una sonrisa y siguió su camino.

–  ¿Qué haces aquí? –  dije tensando mi mandíbula y mi cuerpo.

– Creo que debemos hablar nena…–  dijo dando un paso hacia adelante y tratando de tomar mi mano pero la aleje de su agarre.

– Yo creo que no tenemos nada que hablar Justin. –  dije mirándolo. Trate me mantenerme quieta y de que si iba a terminar esta relación no debería porque quedar de enemiga con él ni de amiga, solo no tener nada.

– Anda… necesitas escucharme.

– No quiero escuchar. –  le dije. –  No quiero saber por qué terminaste en sus brazos o como terminaste, no quiero escuchar lo que hiciste, no quiero escuchar nada.

– Solo hablemos ___. –  me miro a los ojos, sus mirada era profunda y tal vez perdida. Apreté mis labios. –  ¿Tienes planes? Podemos ir a caminar, tal vez cenar…

– Yo…

– Por favor ___ evadiéndome no resolveremos nada.

– Con tu explicación o lo que vayas a decirme tampoco cambiara lo que paso. –  lo mire.

– Solo salgamos un momento. –  me miro y humedeció sus labios, dio un suspiro y tenso su mandíbula, él no lo sabía pero eso… esas tres cosas seguidas podían debilitarme ante él.

– Solo será un momento. –  le repetí, él  asintió un poco relajado. –  Espera un momento aquí. –  le dije y me di la vuelta, camine hasta mi closet y busque unos tacones no muy altos de color negro.

Tome una cartera de mano, guarde mi identificación y mi celular, empolve un poco mi nariz y coloqué labial, guarde el polvo y el labial en la pequeña cartera. Apagué las luces y cerré la ventana, camine hasta la puerta donde Justin esperaba aun de pie donde lo había dejado. –  Vamos. –  dije y él salió de la entrada y yo cerré la puerta pasándole el seguro. Él me dio paso para que yo caminara delante de él, así que me apresure en bajar las escaleras y caminar hasta donde estaba su auto, aunque trate de apresurarme él siempre permaneció caminando a mi lado, no podía dar pasos grandes como él así que no podía alejarme ni un poco. Él quito el seguro de su auto y abrió la puerta, subí y le vi cerrar la puerta.

Nos encontrábamos en un restaurant, no exactamente dentro del restaurante. –  ¿Quiere entrar? –  pregunto nuevamente.

– Preferiría caminar. –  le dije, ya estaba oscuro, eran casi las siete de la noche. Él asintió y condujo el auto hasta una plaza, que tenía algunos bancos a la horilla con vista al lago. Así que camine con las manos sujetas a mi cartera delante de mí y él a mi lado, íbamos en silencio, era incomodo pero… él había hecho todo eso, debía aguantarlo.

– ___... de verdad quiero pedirte disculpas. –  dijo, no lo mire continué caminando en silencio. –  No te voy a decir que me disculpes por acostarme con ella, en realidad no sé si lo hice.

– Si claro. –  bufé en susurró.

– Es que me dijiste que si te explico no cambiara nada…–  se encogió de hombros. –  Tenía una explicación. –  me miro y se detuvo. Cerré mis ojos y respire profundo me gire y lo mire.

– Dila entonces. –  le dije.

– La noche anterior a eso… yo celebre con los chicos, había regresado contigo por fin todo parecía ir bien. –  sonrió sin ganas. –  Y no lo sé, me pase de tragos, créeme. –  me miro. –  Ella amaneció en mi cama, aún estaba dormido cuando llegaste ese día…–  me miro, abrí mis ojos. –  Sé que no me creerás, pero… quería aclarártelo.

Comencé a caminar sin decir nada y llegue a un banco, tome asiento y mire hacia el lago, él se sentó a mi lado e hizo lo mismo. –  Justin…–  tome mis manos y apreté mis dedos. –  No te digo que no te creo, incluso podría creerte…

– Pero…–  dijo él. Yo sonreí un poco.

– Justin. –  lo mire. –  Me he dado por vencida de luchar contra el destino. –  él frunció su ceño. –  Siempre hay algo que nos separa, siempre un problema… nunca podemos durar ni siquiera una semana completa felices…–  deje de mirarlo y mire al lago. –  Creo que deberíamos aceptarlo Justin, de una vez por todas en lugar de seguirnos lastimando…

– Cuando regresaste dijiste que no me dejarías ___

– No te estoy dejando Justin. –  suspiré. –  Siempre que me necesites estaré aquí…–  lo mire. –  Pero debemos dejar de lastimarnos, tú debes seguir con ella, quizás puedan durar más de lo pensado y…

–  ¿Y tú? –  preguntó.

– Eh conocido a una persona. –  no quise mirarlo, no quería saber cuál era su reacción si le importaba o no. –  Y… hoy lo he pensado mucho y…–  mordí mi labio aun sin saber lo que diría estaría bien, no había pensado nada en verdad. –  Me daré una oportunidad, tratare de ver qué pasa con esta persona y… ya veremos. –  solté toda mi respiración.

– No digas eso ___. –  me dijo, me coloqué de pie.

– Creo que esto. –  lo mire.

– No digas eso como si te estuviera perdiendo…

– Me perdiste desde hace tres días. –  sonreí sin animo. Él no pudo decir nada, mordí mi labio, él me miraba, me incline un poco y deposite un suave beso en su mejilla rozando la comisura de sus labios. No le dije nada, él aún permanecía sin decir o hacer nada. –  Y no te preocupes, ya vinieron por mí. –  le dije y comencé a caminar, suspire profundo, no derramaría ni una lágrima, apreté mis manos sudorosas a la pequeña cartera. Llegué al estacionamiento de la plaza, estaba él esperándome fuera del auto, sonreí y me relaje, me apresure en caminar. –  Gracias a Dios viniste. –  dije sonriendo.

– Dije que vendría. –  me respondió. Llegué a él y lo abracé. –  ¿Todo bien? –  me preguntó.
Asentí. –  Todo bien. –  dije, camine hasta la puerta del auto y subí, él subió en su lado y colocó el auto en marcha. –  ¿Y mamá?

– En casa, no sabe nada. –  sonrió. –  Dije que iría un momento al súper por algo.

– Gracias Frank. –  le dije, él asintió sonriendo. –  No supe a quien más llamar…

– Siempre estaré cuando me necesites. –  me dijo él, felizmente conduciendo.


Habían pasado algunas semanas, no sabía nada de Justin, y Lucky, nos escribíamos mensajes a diario. Estaba a 29 de noviembre y me encontraba ordenando mi maquillaje en una de las gavetas cuando vi el paquete sin abrir de estampas. Abrí mis ojos, no podía ser, corrí hasta una de mis carteras y busque la tarjeta donde mantenía anotada todas mis fechas, Octubre…  27, 28, 29…. “Todo está bien ___, solo debes calmarte y esperar” me dije a mi misma viendo que solo tenía unos días de retraso, aunque siempre había sido puntual todos los 27.

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