sábado, 30 de enero de 2016

CAPITULO 35 ~PENÚLTIMO CAPITULO~

El celular comenzó a sonar con la alarma que me indicaba la pastilla del tratamiento, fruncí mi ceño aun dormida y estire mi brazo hasta la mesita de noche, tome el celular y apague la alarma, suspiré más adolorida del cuerpo que el día anterior pero menos adolorida en mi vientre. Me gire aun con mis ojos cerrados y extendí mis brazos para tocarlo, pero no fue así, abrí mis ojos y fruncí mi ceño por la sorpresa, mis manos estaban sobre una hoja de papel. Abrí mis ojos y la tome rápidamente para verla, o mejor dicho leerla.

“Linda, espero te sientas un poco mejor que ayer, no pude dormir, me pase toda la noche pensando en lo que ha sucedido, y de verdad, lo siento mucho, creo que debo darte tu tiempo, necesitas repararte, me gustaría ayudarte, pero… me iré del país, buscare mejores cosas que hacer, deje mi arma porque pienso no necesitarla, quiero prepararme y ser la persona que te mereces, volveré, y para ese entonces, espero estés lista o dispuesta a empezar conmigo. Te amo, jamás dejaría de hacerlo. Cuídate, te extrañare.”  – JUSTIN.

Más debajo de la hoja de papel citaba unas palabras de una serie que yo conocía. Fue eso lo que rompió mi corazón.

Algo ha cambiado en ti, por mí, estás distante, fría, y no sé qué he hecho, pero… te dejare sola por ahora, si es lo que quieres, ¿es lo que quieres? ¿Sabes porque te dejare sola? Porque me importan tus sentimientos, más que los míos.”


Me quede quieta, mantuve mi respiración, pude sentir mi corazón terminar de romperse, mire a mi alrededor, el frío me inundo, me sentía sola, deje escapar unas lágrimas, había dicho que no estaba bien con él, pero si él se iba no estaría mejor. Solté un largo suspiro, sentí agujas en mi garganta por aguantar las ganas de llorar y gritar como un bebé. Definitivamente se había ido, suspire, no había nada de él a mi alrededor, solamente su arma en la mesita de noche.

Me levante, todo a mi alrededor lo sentía frío, camine hasta el baño, tome un aseo personal, lave mis dientes, salí y tome el tratamiento, fui hasta la cocina. Unas palabras sobre una servilleta de papel “Cómelo todo” lo tomé y debajo se encontraba una tortilla, unas manzanas picadas junto a otras frutas como una ensalada, sonreí mientras derramaba unas lágrimas, me senté allí, sola, mientras comía y permanecía en el silencio que me rodeaba. Mi mirada se fijó en el arma ¿Qué haría con ella? No podía dejarla allí, mi madre podría llegar y se asustaría demasiado…

Lo comí todo como decía la nota aunque no tenía mucho apetito, era como recibir sus órdenes, camine hasta la cama acercándome a la mesita de noche donde estaba el arma, fui hasta el closet y tome una caja de zapatos, la guarde allí y guarde la caja donde nadie la pudiera agarrar, detrás de otras. Me mantuve un momento allí y por algún error cayeron sobre las cajas de zapatos las pequeñas cajas de pastillas abortivas, las mire un momento, las tome y las lleve hasta la papelera del baño. No fue mucho lo que hice, solo estar acostada y ver el capítulo de AHS, mi episodio favorito, el de Tate y Violet. Llore cuantas veces lo vi, desee mil veces que la puerta de mi departamento sonara y que Justin llamara, pero no podía hacer nada, lo había sacado yo misma de mi vida. Llego la noche, me bañe, me coloque nuevamente la pijama. Y volví a la cama, comí un poco de helado que había en el refrigerador, suspire. Mi celular llamo, mire el número Lucky, no conteste, lo deje sonar, no quería hablar con nadie, quería estar sola, realmente no, pero no quería otra compañía que no fuera él, y me di de cuenta que no disfrute por completo los momentos junto a él, deje que todo se metería en nuestras vidas, no me permití ser feliz con él así lo mereciéramos o no, somos humanos, cometemos errores, una y otra vez. Debí permitirle intentarlo, debí permitirme intentarlo cuantas veces pudiera, sin importar salir herida una y otra vez, sería con él, pero había aceptado el punto del cansancio, porque sabía que había pasado el punto de soportar todo, pero si era por él… debí haber sabido que tenía que resistir.


Los días pasaron, faltaba una semana para noche buena, mi mamá había venido un par de veces, su constante “No has comido te estas rebajando de peso” no faltaba diariamente.  Yo solo, probaba la comida y la dejaba a un lado, Lucky… llego esa tarde al departamento.

– ¿Qué me estás diciendo? – lo miré sorprendida.

–Tengo dos pasajes para Australia. – me miro a los ojos. – No puedo dejarte acá ___, quiero que disfrutes, escuche el rumor de que él salió del país, porque no puedes tu hacer lo mismo, darte la oportunidad… darnos la oportunidad. – tomo mis manos mientras permanecía de cuclillas frente a mí.

Pensé un momento, Justin ni siquiera había contestado algunos mensajes que le había enviado, ni me respondía las llamadas, suspiré sin ánimos. – No tengo planes para noche buena. – dije encogiéndome de hombros.

–Perfecto…– sonrió él, le devolví la sonrisa sin mucho ánimo. – Pasare por ti a las siete. – me dijo colocándose de pie y tomando mi rostro entre sus manos para darme un beso en la cabeza, quise sonreír pero fue más una mueca. – Empaca solo lo necesario. – dijo sonriendo, asentí sentada en la orilla de la cama. Él atravesó mi apartamento felizmente y tomo su chaqueta que estaba en la mesa de la cocina, lo escuche despedirse de mi madre y lo vi irse cerrando la puerta tras de él.

– ¡MI NIÑA ESTOY MUY FELIZ POR TI! – gritó mi madre casi que corriendo hasta a mí y abrazándome. Entrecerré los ojos. – Me alegra que salgas hacer algo con tu vida. – No le respondí, ella sabía que últimamente odiaba que se comportara así, estaba comenzando aceptar a Lucky, hasta ella había hablado de que podía casarme y hacer una familia, y todas esas cosas con él.

Me mantuve en silencio, no hable con ella, nada, en una maleta guarde unos pantalones, unas camisetas, unos suéter y unas zapatillas. Termine de arreglar la maleta y ya eran las 6:30pm, me quedaban solo 30 minutos, entre a la ducha me bañe, luego me vestí, me coloqué unos pantalones con un suéter ajustado al cuerpo color blanco, coloque unos botines de tacón alto color negro, y tome el sobretodo color negro, mire mi celular y lo guarde en una cartera, donde llevaría mi cepillo de dientes, una crema dental, mis pinturas, los auriculares, y el cargador, por supuesto.

La puerta de mi departamento sonó y fui abrirla, mi madre ya no estaba en casa se había ido hace un par de horas. Abrí la puerta y estaba Lucky sonriéndome, le devolví la sonrisa. – Espero ya estés lista. – me dijo mientras me veía caminar hacia la peinadora.

–Ya casi termino. – le dije mientras recogí en mi cabello en un moño algo desordenado, algo elegante, coloque unos aretes y lo mire. – Listo. – le dije y tome mi cartera.

–Estás hermosa. – me dijo, sonreí, él tomo mi maleta y salió de departamento, mire por última vez mi departamento antes de salir, apagué las luces, cerré muy bien la ventana, desconecte todo menos el refrigerador, y salí del departamento cerrando la puerta tras de mi con seguro. Camine por el pequeño pasillo, baje las escaleras y vi a Lucky terminar de cerrar la maletera de su auto. Me espero al lado del auto con la puerta abierta, sonreí, subí y él cerró la puerta, paso por delante del auto y subió, suspiro luego de cerrar la puerta. – Nos aventuraremos juntos. – sonrió. Asentí devolviéndole una pequeña sonrisa.



*FABIANA*

–Fabi de verdad, necesito hablar contigo…– me miro Ryan serio, reí era extraño verlo serio, al menos conmigo.

–Anda, dime. – le dije y tome la copa con agua para darle un sorbo. Estábamos cenando en un restaurant muy elegante. – Si quieres un hijo…– mire a mi alrededor. – Sabes que quiero trabajar, tener un empleo, mis casa…– le dije, porque por algo se debía a que me sacara a un lugar tan caro.

–No es eso. – sonrió. – Bueno, no ahora. – Reímos. – Ve…–  se colocó de pie y camino un poco hasta mí. Me miro.

– ¿Me sacaras a bailar? – lo mire pasmada. – Sabes que no se bailar bien, pasare pena…

–Cállate de una buena vez. – dijo sonriendo y negando con un movimiento de cabeza. Lo vi suspirar y apretar sus manos, fruncí mi ceño, ¿me daría un golpe? No le pregunte o volvería a mandarme a callar. Lo vi inclinarse y ponerse sobre su rodilla izquierda. Abrí mi boca y mis ojos se cristalizaron rápidamente. – ¿Quieres casarte conmigo? – mostró un pequeño cofre de terciopelo rojo, lo abrió y se mostró un hermoso anillo, muy fino, color dorado, con tres piedras pequeñas brillantes, comencé a llorar mientras llevaba mis manos a mi rostro cubriéndolo. – Hey…– lo escuche decir, lo mire y él sonreí.

–Si. – dije llorando de felicidad. Él sonrió, le di mi mano izquierda y él coloco el anillo, lloré más, y escuche unos aplausos alrededor. Él se colocó de pie al terminar de colocar el anillo y yo me levante para abrazarlo. Él solo sonreía, yo no podía dejar de llorar, era hermoso lo que estaba viviendo. – te amo. – dije llorando.

–Te amo más Fabi. – depósito un beso en mi cuello. Me separe un poco de él para mirarle y darle un besos en los labios, escuche las personas aplaudir y gritar, sonreí y me separé para verlos.

– ¡FELICIDADES! – se escuchó por varios lados, reí y asentí, me senté y seque mi rostro, Ryan se sentó, esta vez rodó su silla para estar más cerca de mí.

–Quiero que sea lo más antes posible. – me dijo sonriendo, asentí. – La fiesta de compromiso será el día de noche buena, me parece buena idea reunirnos todos por ser noche buena y por otra ocasión. – sonrió.

–Es demasiado rápido, no podre planearlo todo. – dije preocupada.

–Nena, lo llevo planeando desde mucho antes, mis primas ya casi tienen todo listo para noche buena. – sonrió, abrí mis ojos de la sorpresa. – Solo… debes comunicarte con quien quieras invitar…– sonrió encogiéndose de hombros.

–Es lo más hermoso que has hecho Ryan. – me incliné para darle un beso. Él sonrió.

–Te lo mereces cariño. – acarició mi mano. Me encogí de hombros mientras miraba el anillo en mi dedo.
–Es hermoso, gracias. – sorbí mi nariz para no llorar otra vez.



*___.*


–Es hermoso. – dije fascinada mirando a mi alrededor, estábamos dentro de la Opera de Sydney. Tan hermosa por fuera como por dentro.

–Dije que no te arrepentirías.

–El museo de ayer no me gustó mucho. – dije siendo sincera. – Pero este lugar me encanta.

–Quería sorprenderte, tengo varios lugares planeados para visitar. – sonrió. – Quiero que disfrutes este viaje. En noche buena, tengo algo que te encantara. – me abrazó y  yo me encogí dentro de su abrazo. Me había hecho sentir muy bien, no había olvidado a Justin del todo, pero… no me dolía recordarlo.

Ya teníamos una semana en Australia Sydney, incluso nos faltaban solo dos días para dos semanas y para el día de Nochebuena. Suspiré en un abrazo de Lucky y le sonreí, él a veces me sorprendía, sabía lo que me gustaba e incluso hablábamos de cosas que realmente me interesaban y no me aburrían, él era algo… ¿Perfecto? Y por qué no, si tenía una carrera, era abogado, era hermoso, un buen físico, conocía muchas personas, representaba… me representaba, era alto, manos… no tan grandes pero eran lindas, olía bien, y… me protegía, sabía que me interesaba y que no, ¿Qué más podía pedir? Él podía ser el hombre perfecto para cualquier mujer.

El aire frío entro por debajo de mi vestido de algodón, era largo hasta por debajo de mis rodillas, nos manteníamos afuera del mueso viendo el hermoso puente que teníamos al frente. Me encogí de hombros y él como todo un caballero quito su chaqueta y la coloco por encima de mis hombros sonreí. – Me gustaría decirte algo…– comentó, subí mi mirada hasta él y asentí sonriendo. Pero antes de que él pudiera pronunciar algo... mi celular sonó.

–Disculpa. – dije separándome un poco de él y dando unos pasos hacia atrás mientras sacaba mi celular de la cartera y veía el número en pantalla. – Fabiana…– susurré que solo yo pude escuchar.

– ¿Sí? – contesté.

– ¡___! – habló emocionada.

–Hola…– sonreí aunque no me veía, tome la barandilla fría.

– ¡Espero estés bien! ¡Estoy muy feliz!

– ¡¿Cuéntame por qué?! – pregunte emocionada.

– ¡ME VOY A CASAR! – gritó.

– ¡¿QUÉ?! – dije y mi mandíbula casi cae al suelo. – ¡CUÉNTAME! ¡¿CUÁNDO TE LO PROPUSO?!

–Hace días…– contesto más calmada. – Pero… te llamo para decirte que serás mi dama de honor ¿quieres?

– ¡POR SUPUESTO QUE SÍ! – dije emocionada.

–La boda será en día de nochebuena, ese día… en la noche… será la fiesta de compromiso…

– ¡¿TAN DEPRISA?! – me sorprendí más.

–Si. – contesto. – ¿Puedes verdad?

–Por supuesto. – conteste sin pensarlo. – Estaré allí el día de tu boda. – sonreí.

– ¡BIEN! Porque ya tengo el vestido que usaras.

–Gracias. – dije sonriendo. – ¿A qué hora es la boda? – pregunte.

–En la mañana, bueno a eso de las once… ya mediodía. – asentí aunque ella no me veía.

– ¿Y dónde te veo?

–Ve al club “Casa Grande”… es como una cabaña y estaré allí, en el patio trasero que es gigante será la boda así que debes alistarte conmigo allí.

–Perfecto, estaré allí a primeras horas de la mañana.

–Te espero.

–No faltare por nada del mundo.

–Oka, te amo, bye. – me dijo haciéndome sonreír.

–Te amo más idiota.

– ¡El feo de Lucky no está invitado! – dijo antes de que yo colgara.

–Con gusto ira, le diré. – dije y colgué. Me gire a mirar a Lucky quien esperaba pacientemente recostado a la barandilla.

– ¿Nos iremos? – dijo con desanimo.

–Lo siento. – me encogí de hombros. – Mi mejor amiga se casara. – lo mire a la cara.

–Está bien, saldremos mañana temprano para estar en la noche allá. – me dijo sonriendo, asentí feliz.

–Perdón por arruinar nuestros planes. – lo mire.

–No te preocupes, los tendré en la lista por si volvemos a venir. – me sonrió, asentí.

– ¿Qué es lo que me querías decir? – pregunté abrazándolo y mirándolo.

–Nada. – negó divertido con un movimiento de cabeza. – Luego. – beso mi cabello. – Deberíamos irnos a empacar las cosas…

–Creo que llevare una maleta de más con las cosas que me has comprado sin necesidad.

–Te las mereces. – sonrió.

–Estás loco, pensare que estas obsesionado con las compras.

–Nada de eso. – rió.



++

El vuelo había sido algo largo, estaba sin dormir y ya era de noche, Lucky me llevo hasta mi departamento, mire a mi alrededor, todo seguía igual como lo había dejado, despedí a Lucky y fui hasta mi cama y me lance allí, antes de quedarme dormida me quite algo de ropa y las botas, cerré mis ojos pesados y deje de escuchar todo.

Brinque al escuchar la alarma de mi celular a las 6 am. Estuve a punto de dar un gritó, el clima era algo cálido a comparación al clima de Australia que era congelado, más en esta temporada de navidad. Me levante algo dormida y fui hasta el baño, extrañaba mi departamento, encendí el calentador de agua y me bañe rápidamente, lave mi cabello, mis dientes, todo. Salí del baño, enrolle una toalla en mi cabello y me coloqué unos pantalones, las botas, un suéter, solté mi cabello lo sequé un poco y coloqué un gorro tome mi cartera guarde mi maquillaje y mi celular, tome mi sobretodo, fui a la cocina rápidamente me hice unas tortillas, las comí, corrí al baño y cepille mis dientes, tome mis cosas y salí de mi departamento cerrando con seguro la puerta.

Baje rápidamente las escaleras y fui hasta la cera, espere un taxi, Lucky me había escrito que no podía llevarme. Así que… me movilice sola, aunque sospechaba que quizás él no asistiría a la fiesta de la boda, incluso a la boda.

El taxi tardo un poco en ubicar el lugar hasta llegar correctamente a la cabaña. Le entregue el dinero y le agradecí, baje del auto y mire, la “Casa Grande” parecía una mansión, sonreí al ver a Fabiana venir correr hacia mí. – ¡PENSE QUE NO VENDRÍAS! – dijo emocionada abrazándome y derramando algunas lágrimas.

– ¡Te dije que vendría! – La abrace fuerte.

– ¡VAMOS DEBEMOS ARREGLARNOS! – me tomo del brazo y me hizo correr hacia adentro junto a ella.

Habían muchas personas en la habitación, y todos solo para arreglarme a mí y a ella. Me sentí emocionada por el hecho de que ella se fuera a casar, Ryan… él realmente era un buen chico y la amaba. Yo en cambio… Suspire y recordé a Austin, me dio algo de nostalgia, pero no lo mencionaría, no era momento para hacer sentir mal a la novia. – ¡HERMOSO CABELLO! – dijo un estilista con acento francés cuando tomaba mi cabello en sus manos, sonreí sonrojada, una coleta de medio lado, algunas ondas que caían sobre mi hombro como cascada, unos aretes algo brillantes, un pequeño collar (regalo de Fabiana) el collar mantenía nuestros nombres; un vestido color salmón que era largo, se deslizaba por el suelo sin dejar ver mis tacones, sonreí feliz por cómo había quedado, el maquilla y el peinado eran espectaculares, me quede un momento mirándome en el espejo, no podía negarme a sentirme feliz por mi mejor amiga. Suspire y mire mis manos, mire mi celular, ningún mensaje, nada. Apreté mis labios y saqué todo de mi mente, no estaría mal, no estaría molesta ni nada. Me fije en la hora y eran las 10:30am. – ¡FALTAN TREINTA MINUTOS! – gritó el “jefe” de los estilistas que se encontraban allí, a Fabiana le estaban terminando de colocar el vestido, sonreí al verle, ella dio un suspiro de relajación y se dio la vuelta, le sonreí, ella apretó sus labios y respiró profundo para evitar llorar.

–Amiga…– susurró.

–Estás hermosa. – dije derramando una lágrima y la seque rápidamente, ella asintió, camine de prisa hacia ella y la abracé. – Toma. – le dije y puse en su boca un trocito de chocolate para que le calmara los nervios.

Ella estaba hermosa, más hermosa que nunca, jamás la había visto así, sus ojos resaltaban con el delineado, la mascarilla en sus pestañas las alargaban, su cabello recogido con un hermoso moño, su velo hacia atrás, sus labios color rosa, su vestido de princesa, del que siempre me ella me había hablado… sus manos estaban sudorosa, incluso apenas lograba mantenerse en pie por los nervios, estaba temblando, la cola del vestido era larga, ella tenía el vestido de sus sueños, unos guantes del color del vestido, blanco, sus mejillas rosadas por el color artificial y natural. Mirándola allí, me di de cuenta que cualquier hombre que la viera la querría hacer su esposa, ella estaba hermosa realmente, no solo físicamente sino también internamente. Apreté su mano para darle fuerzas, ella estaba demasiado nerviosa, comentó algo de querer vomitar y todos reímos, los nervios la pondrían loca, ella suspiro un par de veces y asintió. – Estoy lista. – dijo al escuchar la música del piano. – No, no lo estoy. – comentó y estuvo a punto de llorar.

– ¿hey? – le susurré. – Lo estás. – apreté sus manos. – Ese hombre que está allí abajo… es el hombre perfecto para ti, te ama y lo amas. No sientes más que nervios… eres tímida y caminar frente a una multitud de personas allí para verte…– suspire. – No será nada fácil, pero a ti que te valga mierda eso. – la mire a los ojos. – Lo amas. – le recalqué. – Y eso… eso es lo que importa ¿okey? – la mire, ella asintió sonriendo y calmada. – Bien, ahora no te pongas más nerviosa, mira que estaré yo más nerviosa después. – sonreí. – Debo pasar frente a todos primero que tú. – la mire, ella rió. – Bueno. – suspire. – Vamos que un novio espera por ti. – le sonreí, ella asintió.

Baje con cuidado y me dirigí hasta la puerta trasera que daba con el lugar donde sería la boda, Fabiana bajo con ayuda y la vi más relajada, sonreí y la abracé. Ella asintió. Estábamos en un lugar alto así que nos tocaba bajar poco a poco hasta llegar al lugar donde estaba Ryan esperándola y el padre que los casaría, claro junto a las demás personas. Suspire y mi “cabello” ya estaba listo, un chico que me ayudaría a bajar las escaleras y me dejaría en donde comienza el altar para yo caminar sola todo hasta el final, Fabiana era acompañada de dos chicos, en un comentario me di de cuenta que los tres chicos eran primos de Ryan. El chico moreno me miró y sonrió, me sonroje, me sentía muy nerviosa, el vestido tenía un descote en la espalda, y me hacía sentir desnuda aunque no fuera así.

–Si yo soy tu dama de honor… ¿Quién es el padrino de Ryan? – mire a Fabiana antes de aparecer frente a la vista de las personas y de todos.

–Justin. – dijo ella relajada y sonriendo bajo su velo. Abrí mis ojos.

– ¡¿Qué?! – la mire. – ¡FABIANA! – me queje. Ella sabía que yo sentí algo de rencor por Justin, él se había ido y me había dejado, aunque yo le hubiese pedido que se fuera de mi vida… él no debió hacerlo, porque me dio a entender que no le importaba.

–Si te decía tenía miedo que no aceptaras. – se encogió de hombros.

– ¡JODER! – dije entre dientes. Ella me miro preocupada. – Hagamos esto. – dije decidida. No dejaría mal a mi amiga. Suspire y tome el brazo del chico para luego salir a la vista de todos.

No quise mirarlo, pero fue inevitable, vi su rostro subir, vi sus labios separarse, vi sus ojos abrirse un poco, pero me fije en Ryan quien se mantenía nervioso esperando por su futura esposa. Le sonreí y le hice saber que todo estaba bien, mire algunas personas del lugar, algunos me silbaron, sonreí apenada y me apresure a llegar a mi lugar, evite mirar más allá de Ryan, donde se encontraba Justin, aunque sentía su mirada estar clavada en mí.

La canción del piano comenzó a sonar y Fabiana salió a la vista de todos, sonreí, Ryan sonrió con ganas y le secar una lágrima que escapaba de su ojo, realmente se veía hermosa. Justin lo palmeó en el hombro dándole ánimos. Era un momento muy emotivo en realidad, ella termino de bajar y los chicos la dejaron, ella camino por todo el camino hasta el altar, sonreí cuando se acercaba a nosotros, Ryan bajo un escalón y le entrego su mano, ella la tomó, subieron hasta el lugar indicado, un escalón más arriba de nosotros, Justin y yo, así que ignore el hecho de que Justin estuviera allí. Ryan quito el velo de Fabiana y le dio un pequeño beso, el padre hizo la oración y comenzó con la ceremonia para hacerlos hombre y mujer ante los ojos de Dios.

–Señor Blutter, ¿acepta usted por esposa a la señorita Fabiana Frizeen hasta que la muerte los separe? – comenzó el padre a decir las últimas palabras de la ceremonia después de que los chicos colocaron su sortija (anillo).

–Acepto. – dijo con voz fuerte haciéndonos reír a todos.

–Señorita Frizeen, ¿acepta usted por esposo al señor Ryan Blutter para honrarlo y respetarlo hasta que la muerte los separe?

–Acepto. – dijo asintiendo y con lágrimas en sus mejillas. Sonreí y no pude evitar derramar una lágrima. Ellos se colocaron frente  a frente.

–Bueno, en el nombre de Dios y con el poder que me concede el estado, les declaro marido y mujer. – los señalo. – Puede besar a la novia. – finalizo, Ryan sonrió y dio un paso pegándose a Fabiana para besarla mientras se tomaban apasionadamente, todos comenzaron aplaudir, varios gritaban, reían, mire a todos, incluso a Justin, y sin querer cruce una mirada con él. Espere que Ryan y Fabiana bajaran y caminaran por el altar para yo ir tras ellos y salir del lugar, iríamos al otro lado donde había unos galpones con techos de tela, algunos globos, mesas adornadas, y todo para un gran almuerzo. Sentí alguien apresurarse tras de mí y quise salir corriendo pero no podía empujar a los chicos y quedar como una loca.

–___... – escuche en un susurró e intente ignorarlo como si no lo hubiese escuchado.

Apresure el paso casi pisándole en vestido a Fabiana. Al ellos cruzar hacia el lugar donde estaría la mesa del almuerzo yo seguí de largo, subí rápidamente los escalones que habían allí y me dirigí a la casa/mansión. Mis manos sudaban, quería llegar rápido a la casa para encerrarme en un lugar o esconderme y evitarme verlo. – ___ espera…– escuche que dijo. Apreté mis manos y trate de apresurarme, evitando caerme mientras caminaba con tacones sobre la grama. Entre a la casa y tire la puerta tras de mí, subí las escaleras y corrí a una de las habitaciones. –  ¡___! – dijo Justin llegando a la habitación donde yo me encontraba. Me mantuve de espalda a él. – Hey…– sentí sus dedos rozar mi brazo y me aparte bruscamente dándome la vuelta y encarándolo.

– ¿Qué quieres? – dije furiosa, aunque mis ojos no pudieron soportar y dejaron escapar algunas lágrimas. Él se mantuvo quieto mirándome con sus ojos bien abiertos.

–No sabía que estarías acá…– susurró. Lo mire. – Si lo fuera sabido…– suspiró. – Me fuera negado a venir. – se explicó. – Le pregunte mil veces a Ryan si estarías acá y me dijo que no.

Lo mire, me dolía más, él no deseaba verme. – Lo mismo hice. – lo mire a los ojos. – No hubiera venido de saber que estarías acá.

– ¿Por qué lloras?

– ¿Te importa? – le pregunte. Él asintió. – ¿Desde cuándo? – fruncí mi ceño.

–Desde siempre…

–No me parece. – reí sin animo. – Él hecho de que te hayas largado a quien sabe dónde… dejándome en el momento más difícil…– suspire pero no pude contener mis lágrimas. – Eso me deja un punto de vista muy diferente…

–No es así, sabes que me importas, me fui porque tú me lo dijiste… sentía que te lastimaba…

–Así fuera dicho que te odiaba con mi vida…– deje de mirarlo. – No debías hacerlo.

–Lo siento. – bajo la mirada un momento y me miro luego. – Realmente no debí asistir a esta fiesta.

– ¿Es porque perdí al bebé? – lo mire con rabia. – ¡¿ES POR ESO?! – le grite, él negó con un movimiento de cabeza y dio un paso hacia mí. – Porque si es por eso a mí también me duele. – le dije y busque aire en la habitación.

–___....

– ¡ME LARGO DE AQUÍ! ¡QUÉDATE TU DISFRUTANDO CON TU AMIGO! – le dije y le pase por un lado para salir de la habitación e irme.

– ¡NO! – me dijo y me tomó, rodeo mi cintura con su brazo izquierdo mientras que con el derecho cerraba la puerta y le pasaba seguro. – ¡No saldrás de aquí! – Me dijo casi que gritándome.

– ¡DÉJAME! – pataleé.

– ¡NO! – me sujeto más. – ¡NO TE IRAS! – gritó y comencé a llorar.

–Eres un imbécil. – golpee su pecho. – ¡te odio! Fuiste capaz de dejarme en mi momento más difícil, momento que debías ayudarme a superar. – lloré. – ¡TE LARGASTE DE PAÍS! – le golpee con fuerza. – Cuando más te necesitaba…– llore. – Eres un maldito idiota, coloqué mis manos en mi rostro para llorar sin detenerme.

–Perdóname por dejarte…– acarició mi cabello.

– ¡NO ME TOQUES! – sacudí su mano. – Quien sabe a cuantas putas te cogiste por allá…– lloré más. – ¡SUÉLTAME! – lo empuje, le vi sonreír un poco y me sujeto más. – No seas un idiota. – me queje llorando.

–Te amo ___... – me susurró. Lo mire con mis pestañas húmedas y la rabia estaba desapareciendo. – Realmente me fui porque pensé que no me querías ver ni en pintura… pero me doy de cuenta que me equivoque…– sorbí mi nariz, parecía una nena cuando están a punto de darle su regalo por el cual peleo tanto. – Dije que saldría del país, pero realmente siempre estuve en mi casa, Ryan era el único que sabía…– sonrió.

– ¡ERES UN IMBÉCIL! – dije empujándolo. Él rió y me soltó. Sequé mis lágrimas.

–Tu una loca. – rió con más ganas.

– ¡TE NECESITE! – le dije quitándole el chiste. – ¡ERES UN IMBÉCIL! ¡CAÍ EN DEPRESIÓN! – le grité.

– ¡¿DEPRESIÓN?! – me miro con su ceño fruncido como si no me creyera. – ¡¿DEPRESIÓN ES IRSE DE VIAJE A AUSTRALIA?! – dijo mostrando un poco de rabia.

– ¡AL MENOS ÉL HIZO ALGO PARA AYUDARME! – le restregué en la cara.

– ¡ERES UNA LOCA! – me gritó molesto pero a la vez divertido, se dio la vuelta dándome la espalda y lo escuche suspirar espesamente y pasar las manos por su cabello. Camine con rabia hasta él y lo empuje con todas mis fuerzas haciendo que se pegara contra la pared. Sonreí y antes de que me viera me coloqué sería, él se dio la vuelta tocando su frente y mirándome furioso. – No me eh equivocado en lo que eh dicho. – dijo molesto.

–PÚDRETE. – le dije y le hice la puñeta. Él abrió sus ojos.

–Vuelve hacer eso. – dijo acercándose demasiado a mí para intimidarme. Lo mire a los ojos. Estaba muy cerca, así que subí mi mano con cuidado y la puse frente a su rostro haciéndole la puñeta. – ¡TE VAS ARREPENTIR! – me dijo y me levanto del suelo, di un gritó de sorpresa y comencé a golpearlo.

– ¡SUÉLTAME INFELIZ!

– ¡LOCA! – me gritó. Y me pegó contra la pared. – ¡¿NO TE ENSEÑARON A RESPETAR?! – me miró con su ceño fruncido.

– ¡MUÉRETE! – le dije y le di una bofetada, él abrió más sus ojos, le había golpeado duro, su mejilla estaba roja y la palma de mi mano ardía.

– ¡ESTAS LOCA DE REMATE! – me gritó y me empujo fuerte, golpeé mi espalda contra la pared.

– ¡MARICÓN! – le grite. – ¡ME GOLPEAS COMO MUJER! – le dije con rabia.

– ¡¿CÓMO DIJISTE?! – tomo el cabello de mi nuca en su puño, incliné mi rostro un poco hacia atrás, y a pesar de tener tacones continuaba siendo más baja que él.

–MARICÓN. – le dije lentamente y con mi mano libre le di otra bofetada dejándole la otra mejilla roja. Luego tome su cabello con rabia y lo halé. Él gruño y nuestras miradas chocaron.

Fue en un par de segundos cuando sus labios se encontraban sobre los míos. Su agarré se suavizo un poco pero tomo más mi cabello, yo continué halándole en cabello y pegándolo a mí, realmente extrañaba sus besos, sus manos, su cuerpo, todo. Él me golpeó contra la pared y le halé más el cabello. – Joder nena…– gruño, le volvía loco que le tomara el cabello de la nuca. Sus manos bajaron por mi espalda y apretaron mi trasero, gemí, él mordisqueó mis labios y yo halé su cabello y enrolle mis brazos alrededor de su cuello.

Nos movimos hasta la cama donde caí, bueno me empujo él, y sin pensarlo se tiró encima de mí, se colocó entre mis piernas y mi vestido quedo enrollado en mi cadera, mis piernas descubiertas, él halo mi cabello y me hizo inclinar mi rostro hacia atrás, dejándole así mi cuello libre ante él. Su mano izquierda paseaba por mi pierna sin delicadeza y llegaba a mi trasero descubierto y lo apretaba. – Cargas hilos ¿eh? – dijo con voz ronca. Mi cuerpo se estremeció y asentí perdida en las sensaciones. – Lencería. – dijo halando un poco la tela para dejarla caer luego contra mi piel.

Él dejo mi cuello y bajo apretó mis senos por encima de la tela del vestido y luego se encontró dando besos en mi entrepierna, jadeé, tome su cabello para traerlo de vuelta arriba pero fue imposible, sus dedos juguetearon un rato sobre la tela de mi ropa interior y luego la hicieron a un lado, espere sus dedos rosar mi intimidad pero en lugar de eso sentí sus labios, jadeé y halé su cabello. Gemí y mordí mis labios, él con su mano derecha apretó su agarré en mi cadera y metió más su rostro en mi intimidad. Jadeé y me retorcí. Su lengua jugueteaba dentro de mi intimidad, chupaba y mordisqueaba. Mientras su lengua estaba en mi clítoris, sus dedos se introdujeron en mi intimidad, jadeé y halé más su cabello. – Justin. – gemí. Él movió más su lengua y sus dedos.

–Joder nena…– dijo colocándose de rodillas sobre la cama quedando entre mis piernas frente a mí. Quito la chaqueta de su traje con desesperación y comenzó a desabrochar la correa de su pantalón y los botones. Me acomodé más arriba y le sonreí. – Estas jodidamente buena. – mordió sus labios. Yo mordí los míos provocándolo más. Él sonrió mientras negaba con un movimiento de cabeza, sabía lo que hacía.

– ¡¿JUSTIN?! ¡¿ESTÁS POR ALLÍ?! – escuche la voz de una mujer. Abrí mis ojos y él se quedó quieto, se dio la vuelta y miro hacia la puerta de la habitación yo me senté de golpe y acomode mi pantis (hilo). – Necesito hablar contigo.

– ¡Viniste con una mujer! – Le dije molesta en susurró y lo empuje.

–No, no es así. – trato de hablarme en susurró.

– ¡JODER JUSTIN! – me levante molesta  y le di un par de golpes en el pecho.

– ¡Nena no sé quién es! – dijo agarrándome. – De verdad. – me miro a los ojos. – Créeme por una vez en tu vida…

–Es por eso que estoy jodida. – le susurré. – Por creerte siempre.

–Joder nena… la estábamos pasando bien. – me soltó obstinado mientras señalaba la cama.

–En cuanto al sexo siempre es así. – me encogí de hombros. – En cuanto a lo demás… todo es mierda. – lo mire de arriba abajo.

–No seas terca.

–Siempre eh querido conocerte Justin… ¿andas por allí? Me han dicho que te vieron venir acá…– escuche la voz de la chica. Así que Justin no la conocía.

– ¡VEZ! – trato de gritar en susurró. – No la conozco, me quiere conocer. – me miro.

–Más te vale que la sacudas. – lo mire con rabia.

– ¿Estas celosa? – pregunto divertido.

–Puedes morirte aquí mismo y tirártela a ella si sigues así de estúpido. – lo empuje, él rió en silencio.

–Saldré, ve al baño. – le dije mirándole el paquete que se marcaba en su pantalón. Acomode la coleta mientras me miraba en un pequeño espejo frente a mí, el labia rojo se me había caído así que salí sin maquillaje de la habitación dejando a Justin en el baño. – Hola…– mire a la chica que venía de regreso del final del pasillo. – Escuche que buscabas a Justin…– la mire. Era chica, blanca, con pecas en las mejillas, un fucsia en sus labios, pestañas postizas… cabello rubio, con muchas ondas, pero sus cejas eran castañas, así que no era rubia natural.

–Si…– dijo ella sonrojándose.

–Le vi ir tras su amigo. – sonreí. – El novio. – coloqué mi mano en su hombro para dirigirla hacia abajo conmigo.

– ¿Tiene novio? – pregunto pasmada.

Reí y un pequeño pensamiento de maldad me inclinaba a decirle que sí, pero era muy estúpida y se lo creería. – No cariño…– le sonreí. – El novio, el chico que acaba de casarse, del quien Justin fue padrino…– la mire.

Ella sonrió y acomodó el cabello tras su oreja… no iba a negar que era linda la condenada, pero a Bieber ya lo tenía yo. Le sonreí. – Justin es hermoso ¿cierto? – me preguntó embobada. – No me imagino un hombre tan hermoso… Mi primo Ryan nunca me ha permitido conocerlo, pero supe que vendría a la boda y vine para verlo…

– ¿Tu primo Ryan no te contó que a Justin le gustan más los hombres que las mujeres? – dije sorprendida como si sintiera pena por ella y puse la mano en mi pecho. Realmente no podía dejar pasar la malvada idea. Reí dentro de mí.

– ¿QUÉ?

–Bueno no se. – me encogí de hombros. – Es lo que todos dicen…– la mire y le sonreí. – Iré a comer. – le dije y la lleve conmigo hasta el lugar de la comida. La deje a un lado y fui hasta donde estaban los novios, los recién casados. – ¡CHICOS! – les grité y extendí mis brazos a los lados para abrazarlos a los dos. – ¡FELICIDADES! – le dije sonriendo y luego le di un abrazo por individual. –De verdad les deseo lo mejor. – puse mis manos en mi pecho mirándolos con felicidad.

– ¿Dónde estabas?  Te estaba buscando. – me miro Fabiana.

–Estaba hablando por celular…– me encogí de hombros.

– ¿Con quién? – escuche detrás de mí y abrí mis ojos. – Yo te estaba buscando. – me gire a ver a Lucky. Le sonreí y luego mire a Fabiana que me sonrió no muy satisfecha.

–Mi madre. – dije encogiéndome de hombros. – Eh venido rápido porque muero de hambre les sonreí a los tres. Lucky sonrió y asintió.

Camine hasta la mesa vacía la más lejana. Y me senté junto a Lucky. Nos trajeron de comer y comí con placer, nos mantuvimos en silencio hasta que él hablo. – Tiene un olor a chico…– me miró un poco serio pero sonreía.

–Es porque abrace a Ryan…– me encogí de hombros. – Bueno eh abrazado muchas personas que conozco…– dije sin darle importancia.

De lejos vi llegar a Justin, él se colocó un poco serio al ver a Lucky allí, me encogí de hombros y deje de mirarlo antes de que Lucky se diera de cuenta. – ¿Estas aburrida? – me preguntó, negué con un movimiento de cabeza aunque realmente lo estaba, quería ir a bailar y todo lo demás.

Vi que la chica se acercó a Justin y los dos sonreían, él le acomodó el cabello detrás de la oreja mientras me miraba, fruncí mi ceño y él se encogió de hombros, estaba vengándose. Paso su mano por su rostro, y se olio los dedos disimuladamente mientras me guiñaba el ojo. Sonreí al recordar que sus dedos habían estado dentro de mí, volteé a mirar a otro lugar sonrojada completamente. Las horas pasaron lentamente, pero la tarde comenzó  a caer y el sol se apresuraba en ocultarse, mire el reloj de la mano de Lucky, 6:30, suspire. ¿No me sacaría a bailar? Su celular sonó y desperté del sueño mental en el que estaba para mirarlo. Contestó rápidamente y luego colgó. – Deberíamos irnos…– comentó.

– ¿Qué? – lo mire sin entender.

–Bueno me han llamado, debo irme, no puedo dejarte acá. – se encogió de hombros. – ¿Cómo te irías?

–De la misma forma en que vine…– lo mire intentando no ser grosera con él.

–Bueno, pero…– suspiró. – Deberíamos irnos…– se colocó de pie y me tomó del brazo.

–No iré a ningún lado contigo. – lo mire molesta y soltándome de su agarre.

–___ por favor…– dijo suspirando fastidiado.

–No, por favor tú. – lo mire con ganas de matarlo. – Puedes irte, te dije que intentaría esto… pero no funcionara si quieres mandar en mí.

–Está bien… no peleare contigo. – suspiro. Se inclinó y dio un beso en mi frente. – Disfruta…– dijo en sarcasmo ya que todo lo que había hecho era estar sentada.

–Con gusto. – le sonreí y deje que se fuera. Me acomode en la silla. Luego de un momento largo buscando con la mirada, lo conseguí a Justin bailando felizmente con la chica, suspiré… ya parecía haberse olvidado de mí, le era tan fácil. Fabiana se acercó casi que corriendo y riendo, se había escapado de los brazos de Ryan y se sentó a mi lado.

– ¿Te la pasas bien? – me preguntó sonriendo casi que en gritos por debajo de la música de fondo.

–Estupendo. – le sonreí.

–Eh visto que has llegado sin maquillaje ahora. – sonrió, ya estaba pasada de copas, pero aun en sus casillas. – Ya sé por qué has llegado así. – rió y se acostó un momento en mis piernas.

–No sé a qué te refieres…– dije indiferente.

–Justin tenía, bueno aún tiene la pintura labial en su camiseta. – rió. Abrí mis ojos. – Ve que si se. – se burló.

Asentí dándole la razón, ella sabía ya que el rato en que me perdí había sido con él. – No importa lo que haya pasado…– la mire y luego mire a la pista de baile. – Ve como se divierte…– lo mire con nostalgia, él reía y bailaba con ánimo.

–Es porque estabas con el apático de Lucia.

–Lucky. – le corregí sonriendo cansada.

–Como se llame, me vale mierda, tu novio favorito para mí siempre será Justin. – se encogió de hombro y suspiro mientras lo miraba. – Es idiota y ridículo… pero tiene buen corazón, aunque a veces se pase de amoroso. – dijo mientras él le decía algo al oído a la chica y ella asentía sonriendo. – Pero te ama… ese idiota donde vaya y haga lo que haga te ama. – suspiro. Sin más decir se levantó de la silla y se fue corriendo a brazos de Ryan, sonreí con un poco de ánimo, realmente estaba muy cansada.

Bostece cinco horas después y continué  mirando a Justin quien baila y bromeaba con la chica, sonreí al verlo, se veía tan tierno… tan feliz… suspire. Tome el último trago de mi octava copa de wisky y cerré mis ojos, a pesar de todo continuaba siendo un poco amargo. Sorbí mi nariz, si continuaba allí sentada terminarían sola llorando, mire a mi alrededor, todos se divertían, sonreí sin animo para mí misma, quizás… fuera sido mejor irme con Lucky.

Me puse de pie y me maree un poco. Fruncí mi ceño por lo rara que me sentía, camine entre las personas y logre salir de la multitud, camine el largo camino hasta la casa y entre, subí a la habitación a donde había llegado, donde me había arreglado con Fabiana, suspire al ver todas las cosas, me dio nostalgia, a pesar de todo, Austin continuaba en mi corazón. Tome una bolsa, metí mi ropa con la que había llegado esta mañana, me coloque mi sobretodo encima del vestido, tome mi cartera, mi celular y salí de la habitación, baje con cuidado los escalones hasta llegar a la parte de abajo.  Salí de la casa y fui caminando hasta la salida mientras llamaba un taxi. Vi a Justin sonreír y llegar hasta su auto, él no me había visto aun, pero… la chica rubia… la que había pasado toda la tarde con él… estaba riendo, Justin le dijo algo que hizo que ella tapara su cara como si se sonrojara. Él le abrió la puerta como todo caballero, cosa que no hacia conmigo, paso por delante de su auto y subió, lo puso en marcha rápidamente. Camine lentamente, no me decepciono, para nada, por alguna razón lo esperaba, a cualquier chica que él le hablara caía sobre ese hechizo del que no podía librarse. Pero si me dolió, me dolió el hecho de que era noche buena, el hecho de que al mirar a mi alrededor caí en la cuenta que estaba sola, un frió entro a mi cuerpo a pesar de estar cubierta, una tristeza me invadió, y termine de salir del lugar, el taxi no duro mucho en llegar, así que me fui sin despedirme, sin decir nada, regresaría a mi departamento, y si Lucky no estaba molesto por como lo había tratado hoy… intentaría las cosas. Pasaría al plano de besos… y luego al siguiente plano si todo salía bien…

Navidades sola, ¿QUIÉN LO DIRÍA?, yo esperando pasarla de fiestas, lo mejor del mundo, y la pasare en mi departamento, sola, quizás viendo Tv, o durmiendo, pues estaba cansada, pero no era el caso, el caso es que pensé que las cosas entre Justin y yo se arreglarían.

¿Quedarme Sola?
¿Quedarme con Austin?


Eso era lo que me cuestioné una y otra vez camino a mi departamento.

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