– Te prepararé algo
especial de comer si me lo permites. – dijo él sonriendo y llegando a mi lado, lo
miré y antes de que yo respondiese sonaron unos golpes secos sobre la puerta de
mi departamento. Abrí mis labios, mi corazón se aceleró, nos miramos. El sonido
sobre la puerta continuaba, sentí mi corazón salirse por la boca.
– ¡___! ¡ABRE! – abrí mis ojos era Justin. Ni siquiera quise
mirar a Lucky, estaba temblando. – ¡SE
QUE FUI UN IDIOTA! ¡ABRE! ¡HABLEMOS! – lo escuche gritar. – ¡SE QUE ESTAS ALLÍ! ¡___! – tapé mi boca.
Lucky se colocó frente a mí. – ¿Quieres que salga hablar con él? – me preguntó en voz baja, tan solo yo podía
escucharlo, negué rápidamente con un movimiento de cabeza. – No se ira hasta hablar contigo…– me dijo.
– No quiero hablar con él. – dije y sequé el camino que marco una lágrima
en mi mejilla.
– Está bien… esperemos que se calmé. – me susurró y me abrazo, lo abracé, estaba
asustada, si Justin entraba por esa puerta podría perder el control al ver a
Lucky aquí, pensaría que realmente si en de Lucky el bebé. Me aferré a Lucky
mientras Justin continuaba golpeando la puerta con fuerza.
– ¡POR FAVOR! – dijo, le escuche que sorbió su nariz, ¿estaba
llorando? – SOY UN IMBECIL POR PENSAR
QUE NO ES MÍO. – dijo dejando de golpear
la puerta. – PERDONAME ___, PERDONAME. –
dijo y lo escuche recostarse a la puerta,
solté a Lucky y camine hasta la puerta para escuchar con más claridad. – Sé que posiblemente ahora me odias, mucha más
que antes, eh dejado que Susana se meta en mi vida como una maldita estilla de
madera… No pensé que sería así,
realmente dude de ti. – sorbió su nariz
nuevamente. – Si estas allí por favor
abre, necesitamos solucionar esto…
– Justin no debe estar allí. – se escuchó otra voz, Ryan. – Ya fuera abierto Justin… vamos…
– Necesito hablar con ella…
– ¡Todo es por tu
culpa! – escuche a Fabiana decir. – ¡Como eres capaz de dudar de ella! – podía escucharla llorar. – ¡Ahora tomara una decisión incorrecta contra
esa criatura! – dijo derrame unas
lágrimas al escucharla, lágrimas que seque inmediatamente.
– ¡Fabiana! – dijo Ryan. – Eso no ayuda en nada…
– ¡PUES DEBE SABER
QUE LO QUE PASE SERA SU CULPA Y CULPA DE PUTA QUE TIENE COMO NOVIA! – dijo.
– ¡Fabiana espera! – Escuche que dijo Ryan.
– ¡Es mi amiga! ¡Me
duele lo que le suceda! ¡Y tu amigo lo que siempre hace es herirla! – baje la mirada, era cierto, ahora mi pecho
dolía al escucharlos.
– Justin vamos…– insistió Ryan.
No escuche más nada, un golpe mudo sobre la puerta… y luego
silencio total… suspiré, seque mis mejillas por completo, mire a mi derecha
donde estaba Lucky, me sonrió sin animo, le devolví la sonrisa. – Te prepararé algo…– me comentó.
– No tengo apetito…– lo mire triste.
– Anda… ¿Rechazarás una cena conmigo? – dijo sonriendo, negué con un movimiento de
cabeza y sonriendo un poco. – Bien,
entonces ponte cómoda mientras esperas a que este lista. – me dijo, asentí.
++
– Estaba rica. – dije
limpiándome la boca luego de mi último bocado de pasta con salsa “especial”
dijo él, no era nada especial, era la salsa común para las pastas.
– Sabía que te gustaría. – dijo sonriendo y se colocó de pie, tomo los
platos.
– No, no. – le dije y
lo detuve. – Yo hago eso. – lo miré.
– No, lo haré yo. – sonrió y siguió hasta el lavaplatos. – Debes acostumbrarte a que si me quedo acá haré
yo todas las cosas… estoy acostumbrado, vivo solo y soy independiente.
– También soy así…– dije mirándolo desde la mesa. – Esto… Dios, quede demasiada llena. – sonreí. – Gracias…– lo mire con ternura.
– Un placer Señorita. – dijo inclinándose con una mano frente a su
pecho como si fuese terminado una obra de teatro.
– No seas idiota. – reí. Me levante, fui hasta el baño, lave mis
dientes mi cara, hoy había sido un día largo. Di un bostezo mientras salía del
baño.
– ¿Estas cansada? – preguntó. Negué con un movimiento de cabeza. –
Pareces…
– Ha sido un día largo…– sonreí con pocas ganas.
– Sí, lo ha sido. – me dijo, desabrocho los botones en su muñeca
de su camiseta, y quitó su corbata, suspiro y relajo. Miro a la horilla de la
ventana, y luego miro a la esquina de la habitación donde había un gran diván
sin usar. Lo mire y sonreí, fui hasta mi closet tome una pijama y fui al baño,
me cambie y me coloqué los monos y la camiseta de tirante, deje la otra ropa en
el cesto de ropa sucia. Salí del baño y lo vi terminando de arreglar unos
cojines sobre el diván junto a unas almohadas.
– No dormirás allí. – dije algo confundida con el ceño fruncido.
– Pensaba convertirlo en mi cama. – dijo haciendo puchero, sonreí. Camine hasta
donde estaba él y me senté en el diván, subí las piernas y las cruce con un
cojín encima de ellas y otro que abrazaba.
– Dormirás en la cama. – lo mire. – Y no quiero ir a tercera base contigo. – reí, él rió. – Solo que, no tengo otra cama y la compartiré
contigo, no te dejare dormir incomodo acá. – él sonrió. – ven siéntate junto a mí. – le dije mientras palmeaba parte del diván
frente de mí, él sin decir nada se sentó allí y suspiro mientras miraba la bella
vista que nos ofrecía de la ciudad.
– Es muy hermoso esto…– dijo mientras los dos mirábamos por la
ventada.
– Sí. – sonreí.
– ¿Cómo lo obtuviste?
– No lo sé. – sonreí.
– Una persona muy especial me lo regalo…–
me miro con intriga. – Falleció…– apreté mis labios sonriendo un poco.
– Lo siento…
– Está bien, todo está bien. – dio un respiro relajado, sonreí un poco. – ¿Me cuentas algo sobre ti… o prefieres
mantenerlo en secreto? – me dijo
sonriendo un poco.
– ¿Sucedería algún
problema si lo mantengo en secreto? – sonreí encogiéndome de hombros.
– Ningún problema. – sonrió. – Te cuento…– suspiró y se preparó. – Soy estadounidense…
– ¿En serio? – dije sorprendida. – Jure que eras del Reino Unido. – reí.
– Siempre piensan eso. – rió. – Bueno, soy de acá, Estados Unidos. – me miro a los ojos. – Provengo de Spanish Fork, es una ciudad
ubicada en el condado de Utah…
– ¿Utah? – Pregunte interrumpiéndolo. – Está inventando ese nombre. – reí.
– No, de verdad existe, no te miento. – Rió. – Cómo es posible que vivas acá en Estados
Unidos y no conozcas aunque sea los nombres de los estados. – se burló.
– Uy disculpa pero a duras penas pase geografía. – reí.
– Bueno, el condado de Utah está en ‘estado estadounidense
de Utah’– se aseguró de pronunciar bien
las últimas palabras para que no las olvidara. – Mi cumpleaños es el cuatro de Junio, tengo 23…–
pensó. – Una vez estuve a punto de casarme. – se rió.
– Anda cuéntame, suena muy bueno esa historia. – dije acomodándome en el diván.
– ¿En serio? – dijo con sus cejas elevadas.
– Sí, cuéntame. – insistí.
– Vivía con mi madre, en Spanish Fork. – sonrió. – Dios. – rió recordando. – Era un niño, tenía unos ocho años, me enamore.
– hizo comillas con sus dedos. – De una hermosa niña, era hermosa, todos los de
la manzana estaban enamorados de ella, un día iba paseando en bicicleta. – rió. – la vi caminar, eran como las seis de la tarde
le ofrecí llevarla hasta su casa… ella por alguna razón me puso cuidado y
entonces todos los días la buscaba a su clase de violín y la llevaba a su casa,
crecimos muy rápido, el tiempo se nos fue de las manos. – sonrió. – Era un estúpido ¿sabes? Yo pensaba, tenía una
idea muy loca…– rió.
– ¿Cuál?
– Que ella era el amor de mi vida, mi alma gemela. – dijo mirándome a los ojos y bufó. – No fue así, yo… la amaba y ella me amaba o eso
pensaba. – rió. – Le pedí que se casara conmigo apenas ella
cumplió 18 años, ella era un año menor así que yo tenía 19. – mordió su labio inferior mientras pensaba. – Fue muy loco. – continuó. – Ella me dijo felizmente que era el mejor
regalo de cumpleaños que le habían dado, sabes…– guardó silencio. – El día de nuestra boda. – sonrió. – Ella llego temprano a mi casa, le dije que era
de mala suerte que estuviera allí. – me
miró. – eso que todos dicen que los
novios no se deben ver días antes de la boda si no en el altar…– asentí. – bueno, la note preocupada, ella dijo que era
algo urgente, me asuste pensé que se había muerto alguno de sus familiares o
cosa parecida pero ella rompió en llanto y me había dicho que… meses atrás me
había sido infiel. – sonrió perdido en
sus pensamientos. – le dije que no
importaba que la perdonaba… pero ella dijo que eso no era todo. – Dejo de sonreír. – Ella dijo que tenía tres meses de embarazo…– yo me llene de furia, ese mismo día la deje
allí, no le dije nada, solo tome la camioneta Chevrolet que tenía y me marche,
no volví. – me miró. – no volví a verla, no la odiaba en realidad,
solo me dolía lo que ella me había hecho, mi madre me invito varias navidades a
casa, pero… decidí alejarme del lugar, luego con mis ingresos mude a mi madre a
otro lugar aunque ella no vende aquella casa por nada del mundo… pensé haber
olvidado todo. – sonrió. – Pensé haberla superado, haber sacado a esa
chica por completo de mi vida… pero tu. – me miró. – Hoy me recordaste a ella, me hiciste ver el
como ella quizás se sentía, quizás tu dijiste las palabras que ella iba a decir
cuando yo salí corriendo en lugar de quedarme… si hubiera escuchado lo que tú
me dijiste. – sonrió sin dejar de
mirarme. – No me fuese ido, le fuese
dicho lo que ahora de te eh dicho, que lo tengas, que tengas a la pequeña
criatura y le daré mi cariño… pero es muy tarde para arrepentirse de las cosas…–
sonrió.
– No lo abrías hecho. – dije mirándolo.
– ¿Cómo así? ¿Por qué
lo dices?
– Eras muy joven, quizás algo inmaduro, no tan maduro como
ahora… así que… ¡ESTABAS ENAMORADO! – dije alzando mis brazos al aire por un momento.
– ¡DIOS CUALQUIERA REACCIONARIA ASÍ! – dije mirándolo. – No te sientas culpable…– sonreí. – Uno cuando se enamora hace muchas estupideces…
– No quiero que escribamos un segundo libro de “El club de
los corazones rotos”– dijo y reímos.
– No lo haremos…– dije suspirando. – ¿Por qué me has contado eso?
– Porque… no se lo había contado a nadie. – sonrió. – Es bueno decir algunas cosas, es como si te
quitaras una carga de los hombros, se siente bien, eso… ayuda a superar. – Asentí. – Y también porque quiero darme una oportunidad
contigo, creo que los dos hemos pasado por muchas cosas… y sería bueno darle un
giro a esto.
– Tienes toda la razón. – le dije sonriendo. – Creo que es hora de dormir. – dije seguido de un bostezo. – vayamos a dormir. – me puse de pie, tome las almohadas y fui hasta
la cama donde nos dividimos los lugares y las almohadas, saqué otra sábana para
él, pero aun así… lo abrace para dormir…
Al día siguiente, nos levantamos, desayunamos, a él lo
llamaron por algo del trabajo, se fue, no, no nos besamos ni nada, era como si
fuese un amigo cualquiera. Ese día organice la habitación y todo el
departamento, fui hacer algunas compras de alimentos. En los días siguientes,
Justin… estaba a punto de hacer explotar mi celular, Fabiana, había llegado
varias veces al departamento y dejaba papeles por debajo de la puerta que
decían cosas como “Cuídate, te quiero, tu amiga Fabi” “Te extraño, por favor
háblame”.
Había pasado una semana y media, Lucky insistió en que fuera
hacerme otro chequeó, quería que todo fuera bien conmigo y con el bebé. Así que
me aliste, tome mis cosas y antes de cerrar el closet vi la pequeña caja donde
estaba las pastillas abortivas, suspiré, las guarde donde no pudiera verla, la
había comprado días atrás, pero luego de leer las indicaciones y saber lo que
sufriría yo y el bebé durante el proceso abortivo, preferí dejarlas a un lado,
pero a la vista por si… llegaba a querer tomarlas. La puerta de mi departamento
sonó. – Un momento. – dije en voz alta, termine de colocarme las
zapatillas y el sobretodo, me había colocado unos jeans y una camisa un poco
suelta, a pesar del poco tiempo que tenía mi vientre estaba tomando forma.
Camine rápidamente hasta la puerta y la abrí. – Lucky. – dije sonriendo y lo abrace.
– ¿Qué tal todo? – dijo él entrando al departamento y cerrando la
puerta tras él.
– Todo bien ¿y tú?
– Perfecto. – dijo
encogiéndose de hombros. – ¿Cómo van los
malestares?
– Solo un poco de mareo. – dije mientras buscaba mi cartera con mis
documentos. – Realmente… como si
estuviera empezando a estar ebría. – reí.
– Hablando de ebriedad, espero no hayas tomado nada de licor
en estos días…– me miro con los ojos
entrecerrados, ya que solo nos comunicábamos por mensaje porque él había estado
full de trabajo.
– No eh tomado nada. – dije riendo.
– Debemos irnos ya… se hará algo tarde para la cita.
– Sí, espérame, ya voy a terminar, solo déjame encontrar mi
cartera. – dije buscando por todos
lados.
– ¿Revisaste en la
peinadora? – me preguntó. Negué y corrí
hasta allí, y acertó, allí estaba mi pequeña cartera, la guarde en el bolsillo
de mi sobretodo y en el otro bolsillo guarde mi celular. – ¿Lista? – me preguntó mientras me veía caminar hacia él,
asentí y se colocó de pie y caminamos hasta la puerta.
– Espera. – dije antes
de abrir la puerta.
– ¿Ahora qué?
– Necesito hacer pis. – dije riendo apenada. – No es mi culpa, ahora casi no salgo del baño. –
reí.
– Apresúrate. – dijo
sonriendo. Corrí hasta el baño, orine rápidamente, lave mis manos y salí del
baño, Lucky al verme salir abrió la puerta del departamento.
– ¿Hola? – escuche que dijo, continué caminando sin
prestar atención. – Lucky Blue. – escuche que se presentó.
– Justin, Justin Bieber. – escuche la otra voz, abrí mis ojos, tragué
saliva, mire hacia la puerta y Justin levanto su mirada hacia mí.
– Lucky vámonos. – dije sin mirar a Justin, Lucky me miro y por
mi comportamiento supo que Justin era el chico de quien habíamos hablado ese
día, ese chico que… me engaño y me embarazo.
– ___ no puedes irte. – me dijo, no lo mire, no fijamente, pero si le
pude ver su rostro, se veía con falta de sueño, cansancio… se veía algo mal. No
dije nada, solo empuje a Lucky fuera del departamento y cerré la puerta tras de
mí. – Debemos hablar ___... – dijo tomándome por el brazo deteniéndome.
– Suéltame. – dije
sin mirarlo.
– No lo haré, tú no puedes irte. – me dijo.
– Déjame. – dije sin
querer alterarme.
– ¿Podrías dejarla? –
dijo Lucky.
– ¡TU CALLATE! – dijo él alterado. Lo miré con los ojos abierto.
– Lo siento. – dijo y suspiro mirándome. – Por favor debemos hablar.
– ¡Déjame! – dije y me solté de su agarre y comencé a
caminar.
– No, no puedes irte ___. – dijo tratando de tomarme otra vez.
– ¡No me toques! – dije mirándolo, no con miedo sino con rabia.
– ___.... ¡Dios! debes escucharme. – me dijo.
– Ya eh escuchado lo suficiente, además no tengo nada que
hablar contigo, cualquier cosa que quieras hablar… hazlo con tu novia.
– ___ necesitamos hablar, el bebé…
– Eso no es asuntó tuyo. – le interrumpí.
– ¡Claro que lo es!
– No le levantes el tono. – dijo Lucky.
– No te preocupes. – le dije a Lucky mientras miraba a Justin. – Ese es su tono. – lo mire con repugnancia.
– Realmente tengo que hablar sobre nuestro bebé. – dijo él.
– No hay un “nuestro”. – dije haciéndole comillas con los dedos a la
ultima palabra.
– Claro que si solo estás molesta…– me tomo nuevamente del brazo.
– ¡QUE NO ME TOQUES
TE EH DICHO! ¡ME REPUGNAS! – le dije.
– No nena…– dijo
tratando de agarrarme mejor por el brazo.
– Que no la toques. – dijo Lucky impidiendo que el llegara a mí.
– ¡¿Y QUIEN DEMONIOS
ERES TU?! – gritó desesperado.
– El padre del bebé que ella tendrá. – dijo Lucky con tonó calmado, colocó su brazo
por encima de mis hombros y comenzamos a caminar. Justin… a él solo le vi
quedarse de pie en donde estaba.
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