miércoles, 6 de enero de 2016

CAPITULO 32

–  Te prepararé algo especial de comer si me lo permites. –   dijo él sonriendo y llegando a mi lado, lo miré y antes de que yo respondiese sonaron unos golpes secos sobre la puerta de mi departamento. Abrí mis labios, mi corazón se aceleró, nos miramos. El sonido sobre la puerta continuaba, sentí mi corazón salirse por la boca.

–  ¡___! ¡ABRE! –  abrí mis ojos era Justin. Ni siquiera quise mirar a Lucky, estaba temblando. –  ¡SE QUE FUI UN IDIOTA! ¡ABRE! ¡HABLEMOS! –  lo escuche gritar. –  ¡SE QUE ESTAS ALLÍ! ¡___! –  tapé mi boca.

Lucky se colocó frente a mí. –  ¿Quieres que salga hablar con él? –  me preguntó en voz baja, tan solo yo podía escucharlo, negué rápidamente con un movimiento de cabeza. –  No se ira hasta hablar contigo…–  me dijo.

– No quiero hablar con él. –  dije y sequé el camino que marco una lágrima en mi mejilla.

– Está bien… esperemos que se calmé. –  me susurró y me abrazo, lo abracé, estaba asustada, si Justin entraba por esa puerta podría perder el control al ver a Lucky aquí, pensaría que realmente si en de Lucky el bebé. Me aferré a Lucky mientras Justin continuaba golpeando la puerta con fuerza.

–  ¡POR FAVOR! –  dijo, le escuche que sorbió su nariz, ¿estaba llorando? –  SOY UN IMBECIL POR PENSAR QUE NO ES MÍO. –  dijo dejando de golpear la puerta. –  PERDONAME ___, PERDONAME. –  dijo y lo escuche recostarse a la puerta, solté a Lucky y camine hasta la puerta para escuchar con más claridad. –  Sé que posiblemente ahora me odias, mucha más que antes, eh dejado que Susana se meta en mi vida como una maldita estilla de madera…  No pensé que sería así, realmente dude de ti. –  sorbió su nariz nuevamente. –  Si estas allí por favor abre, necesitamos solucionar esto…

– Justin no debe estar allí. –  se escuchó otra voz, Ryan. –  Ya fuera abierto Justin… vamos…

– Necesito hablar con ella…

–  ¡Todo es por tu culpa! –  escuche a Fabiana decir. –  ¡Como eres capaz de dudar de ella! –  podía escucharla llorar. –  ¡Ahora tomara una decisión incorrecta contra esa criatura! –  dijo derrame unas lágrimas al escucharla, lágrimas que seque inmediatamente.

–  ¡Fabiana! –  dijo Ryan. –  Eso no ayuda en nada…

–  ¡PUES DEBE SABER QUE LO QUE PASE SERA SU CULPA Y CULPA DE PUTA QUE TIENE COMO NOVIA! –  dijo.

–  ¡Fabiana espera! –  Escuche que dijo Ryan.

–  ¡Es mi amiga! ¡Me duele lo que le suceda! ¡Y tu amigo lo que siempre hace es herirla! –  baje la mirada, era cierto, ahora mi pecho dolía al escucharlos.

– Justin vamos…–  insistió Ryan.

No escuche más nada, un golpe mudo sobre la puerta… y luego silencio total… suspiré, seque mis mejillas por completo, mire a mi derecha donde estaba Lucky, me sonrió sin animo, le devolví la sonrisa. –  Te prepararé algo…–  me comentó.

– No tengo apetito…–  lo mire triste.

– Anda… ¿Rechazarás una cena conmigo? –  dijo sonriendo, negué con un movimiento de cabeza y sonriendo un poco. –  Bien, entonces ponte cómoda mientras esperas a que este lista. –  me dijo, asentí.


++

– Estaba rica. –  dije limpiándome la boca luego de mi último bocado de pasta con salsa “especial” dijo él, no era nada especial, era la salsa común para las pastas.

– Sabía que te gustaría. –  dijo sonriendo y se colocó de pie, tomo los platos.

– No, no. –  le dije y lo detuve. –  Yo hago eso. –  lo miré.

– No, lo haré yo. –  sonrió y siguió hasta el lavaplatos. –  Debes acostumbrarte a que si me quedo acá haré yo todas las cosas… estoy acostumbrado, vivo solo y soy independiente.

– También soy así…–  dije mirándolo desde la mesa. –  Esto… Dios, quede demasiada llena. –  sonreí. –  Gracias…–  lo mire con ternura.

– Un placer Señorita. –  dijo inclinándose con una mano frente a su pecho como si fuese terminado una obra de teatro.

– No seas idiota. –  reí. Me levante, fui hasta el baño, lave mis dientes mi cara, hoy había sido un día largo. Di un bostezo mientras salía del baño.

–  ¿Estas cansada? –  preguntó. Negué con un movimiento de cabeza. –  Pareces…

– Ha sido un día largo…–  sonreí con pocas ganas.

– Sí, lo ha sido. –  me dijo, desabrocho los botones en su muñeca de su camiseta, y quitó su corbata, suspiro y relajo. Miro a la horilla de la ventana, y luego miro a la esquina de la habitación donde había un gran diván sin usar. Lo mire y sonreí, fui hasta mi closet tome una pijama y fui al baño, me cambie y me coloqué los monos y la camiseta de tirante, deje la otra ropa en el cesto de ropa sucia. Salí del baño y lo vi terminando de arreglar unos cojines sobre el diván junto a unas almohadas.

– No dormirás allí. –  dije algo confundida con el ceño fruncido.

– Pensaba convertirlo en mi cama. –  dijo haciendo puchero, sonreí. Camine hasta donde estaba él y me senté en el diván, subí las piernas y las cruce con un cojín encima de ellas y otro que abrazaba.

– Dormirás en la cama. –  lo mire. –  Y no quiero ir a tercera base contigo. –  reí, él rió. –  Solo que, no tengo otra cama y la compartiré contigo, no te dejare dormir incomodo acá. –  él sonrió. –  ven siéntate junto a mí. –  le dije mientras palmeaba parte del diván frente de mí, él sin decir nada se sentó allí y suspiro mientras miraba la bella vista que nos ofrecía de la ciudad.

– Es muy hermoso esto…–  dijo mientras los dos mirábamos por la ventada.

– Sí. –  sonreí.

–  ¿Cómo lo obtuviste?

– No lo sé. –  sonreí. –  Una persona muy especial me lo regalo…–  me miro con intriga. –  Falleció…–  apreté mis labios sonriendo un poco.

– Lo siento…

– Está bien, todo está bien. –  dio un respiro relajado, sonreí un poco. –  ¿Me cuentas algo sobre ti… o prefieres mantenerlo en secreto? –  me dijo sonriendo un poco.

–  ¿Sucedería algún problema si lo mantengo en secreto? –  sonreí encogiéndome de hombros.

– Ningún problema. –  sonrió. –  Te cuento…–  suspiró y se preparó. –  Soy estadounidense…

–  ¿En serio? –  dije sorprendida. –  Jure que eras del Reino Unido. –  reí.

– Siempre piensan eso. –  rió. –  Bueno, soy de acá, Estados Unidos. –  me miro a los ojos. –  Provengo de Spanish Fork, es una ciudad ubicada en el condado de Utah…

–  ¿Utah? –  Pregunte interrumpiéndolo. –  Está inventando ese nombre. –  reí.

– No, de verdad existe, no te miento. –  Rió. –  Cómo es posible que vivas acá en Estados Unidos y no conozcas aunque sea los nombres de los estados. –  se burló.

– Uy disculpa pero a duras penas pase geografía. –  reí.

– Bueno, el condado de Utah está en ‘estado estadounidense de Utah’–  se aseguró de pronunciar bien las últimas palabras para que no las olvidara. –  Mi cumpleaños es el cuatro de Junio, tengo 23…–  pensó. –  Una vez estuve a punto de casarme. –  se rió.

– Anda cuéntame, suena muy bueno esa historia. –  dije acomodándome en el diván.

–  ¿En serio? –  dijo con sus cejas elevadas.

– Sí, cuéntame. –  insistí.

– Vivía con mi madre, en Spanish Fork. –  sonrió. –  Dios. –  rió recordando. –  Era un niño, tenía unos ocho años, me enamore. –  hizo comillas con sus dedos. –  De una hermosa niña, era hermosa, todos los de la manzana estaban enamorados de ella, un día iba paseando en bicicleta. –  rió. –  la vi caminar, eran como las seis de la tarde le ofrecí llevarla hasta su casa… ella por alguna razón me puso cuidado y entonces todos los días la buscaba a su clase de violín y la llevaba a su casa, crecimos muy rápido, el tiempo se nos fue de las manos. –  sonrió. –  Era un estúpido ¿sabes? Yo pensaba, tenía una idea muy loca…–  rió.

–  ¿Cuál?

– Que ella era el amor de mi vida, mi alma gemela. –  dijo mirándome a los ojos y bufó. –  No fue así, yo… la amaba y ella me amaba o eso pensaba. –  rió. –  Le pedí que se casara conmigo apenas ella cumplió 18 años, ella era un año menor así que yo tenía 19. –  mordió su labio inferior mientras pensaba. –  Fue muy loco. –  continuó. –  Ella me dijo felizmente que era el mejor regalo de cumpleaños que le habían dado, sabes…–  guardó silencio. –  El día de nuestra boda. –  sonrió. –  Ella llego temprano a mi casa, le dije que era de mala suerte que estuviera allí. –  me miró. –  eso que todos dicen que los novios no se deben ver días antes de la boda si no en el altar…–  asentí. –  bueno, la note preocupada, ella dijo que era algo urgente, me asuste pensé que se había muerto alguno de sus familiares o cosa parecida pero ella rompió en llanto y me había dicho que… meses atrás me había sido infiel. –  sonrió perdido en sus pensamientos. –  le dije que no importaba que la perdonaba… pero ella dijo que eso no era todo. –  Dejo de sonreír. –  Ella dijo que tenía tres meses de embarazo…–  yo me llene de furia, ese mismo día la deje allí, no le dije nada, solo tome la camioneta Chevrolet que tenía y me marche, no volví. –  me miró. –  no volví a verla, no la odiaba en realidad, solo me dolía lo que ella me había hecho, mi madre me invito varias navidades a casa, pero… decidí alejarme del lugar, luego con mis ingresos mude a mi madre a otro lugar aunque ella no vende aquella casa por nada del mundo… pensé haber olvidado todo. –  sonrió. –  Pensé haberla superado, haber sacado a esa chica por completo de mi vida… pero tu. –  me miró. –  Hoy me recordaste a ella, me hiciste ver el como ella quizás se sentía, quizás tu dijiste las palabras que ella iba a decir cuando yo salí corriendo en lugar de quedarme… si hubiera escuchado lo que tú me dijiste. –  sonrió sin dejar de mirarme. –  No me fuese ido, le fuese dicho lo que ahora de te eh dicho, que lo tengas, que tengas a la pequeña criatura y le daré mi cariño… pero es muy tarde para arrepentirse de las cosas…–  sonrió.

– No lo abrías hecho. –  dije mirándolo.

–  ¿Cómo así? ¿Por qué lo dices?

– Eras muy joven, quizás algo inmaduro, no tan maduro como ahora… así que… ¡ESTABAS ENAMORADO! –  dije alzando mis brazos al aire por un momento. –  ¡DIOS CUALQUIERA REACCIONARIA ASÍ! –  dije mirándolo. –  No te sientas culpable…–  sonreí. –  Uno cuando se enamora hace muchas estupideces…

– No quiero que escribamos un segundo libro de “El club de los corazones rotos”–  dijo y reímos.

– No lo haremos…–  dije suspirando. –  ¿Por qué me has contado eso?

– Porque… no se lo había contado a nadie. –  sonrió. –  Es bueno decir algunas cosas, es como si te quitaras una carga de los hombros, se siente bien, eso… ayuda a superar. –  Asentí. –  Y también porque quiero darme una oportunidad contigo, creo que los dos hemos pasado por muchas cosas… y sería bueno darle un giro a esto.

– Tienes toda la razón. –  le dije sonriendo. –  Creo que es hora de dormir. –  dije seguido de un bostezo. –  vayamos a dormir. –  me puse de pie, tome las almohadas y fui hasta la cama donde nos dividimos los lugares y las almohadas, saqué otra sábana para él, pero aun así… lo abrace para dormir…



Al día siguiente, nos levantamos, desayunamos, a él lo llamaron por algo del trabajo, se fue, no, no nos besamos ni nada, era como si fuese un amigo cualquiera. Ese día organice la habitación y todo el departamento, fui hacer algunas compras de alimentos. En los días siguientes, Justin… estaba a punto de hacer explotar mi celular, Fabiana, había llegado varias veces al departamento y dejaba papeles por debajo de la puerta que decían cosas como “Cuídate, te quiero, tu amiga Fabi” “Te extraño, por favor háblame”.


Había pasado una semana y media, Lucky insistió en que fuera hacerme otro chequeó, quería que todo fuera bien conmigo y con el bebé. Así que me aliste, tome mis cosas y antes de cerrar el closet vi la pequeña caja donde estaba las pastillas abortivas, suspiré, las guarde donde no pudiera verla, la había comprado días atrás, pero luego de leer las indicaciones y saber lo que sufriría yo y el bebé durante el proceso abortivo, preferí dejarlas a un lado, pero a la vista por si… llegaba a querer tomarlas. La puerta de mi departamento sonó. –  Un momento. –  dije en voz alta, termine de colocarme las zapatillas y el sobretodo, me había colocado unos jeans y una camisa un poco suelta, a pesar del poco tiempo que tenía mi vientre estaba tomando forma. Camine rápidamente hasta la puerta y la abrí. –  Lucky. –  dije sonriendo y lo abrace.

–  ¿Qué tal todo? –  dijo él entrando al departamento y cerrando la puerta tras él.

– Todo bien ¿y tú?

– Perfecto. –  dijo encogiéndose de hombros. –  ¿Cómo van los malestares?

– Solo un poco de mareo. –  dije mientras buscaba mi cartera con mis documentos. –  Realmente… como si estuviera empezando a estar ebría. –  reí.

– Hablando de ebriedad, espero no hayas tomado nada de licor en estos días…–  me miro con los ojos entrecerrados, ya que solo nos comunicábamos por mensaje porque él había estado full de trabajo.

– No eh tomado nada. –  dije riendo.

– Debemos irnos ya… se hará algo tarde para la cita.

– Sí, espérame, ya voy a terminar, solo déjame encontrar mi cartera. –  dije buscando por todos lados.

–  ¿Revisaste en la peinadora? –  me preguntó. Negué y corrí hasta allí, y acertó, allí estaba mi pequeña cartera, la guarde en el bolsillo de mi sobretodo y en el otro bolsillo guarde mi celular. –  ¿Lista? –  me preguntó mientras me veía caminar hacia él, asentí y se colocó de pie y caminamos hasta la puerta.

– Espera. –  dije antes de abrir la puerta.

–  ¿Ahora qué?

– Necesito hacer pis. –  dije riendo apenada. –  No es mi culpa, ahora casi no salgo del baño. –  reí.

– Apresúrate. –  dijo sonriendo. Corrí hasta el baño, orine rápidamente, lave mis manos y salí del baño, Lucky al verme salir abrió la puerta del departamento.

–  ¿Hola? –  escuche que dijo, continué caminando sin prestar atención. –  Lucky Blue. –  escuche que se presentó.

– Justin, Justin Bieber. –  escuche la otra voz, abrí mis ojos, tragué saliva, mire hacia la puerta y Justin levanto su mirada hacia mí.

– Lucky vámonos. –  dije sin mirar a Justin, Lucky me miro y por mi comportamiento supo que Justin era el chico de quien habíamos hablado ese día, ese chico que… me engaño y me embarazo.

– ___ no puedes irte. –  me dijo, no lo mire, no fijamente, pero si le pude ver su rostro, se veía con falta de sueño, cansancio… se veía algo mal. No dije nada, solo empuje a Lucky fuera del departamento y cerré la puerta tras de mí. –  Debemos hablar ___... –  dijo tomándome por el brazo deteniéndome.

– Suéltame. –  dije sin mirarlo.

– No lo haré, tú no puedes irte. –  me dijo.

– Déjame. –  dije sin querer alterarme.

–  ¿Podrías dejarla? –  dijo Lucky.

–  ¡TU CALLATE! –  dijo él alterado. Lo miré con los ojos abierto. –  Lo siento. –  dijo y suspiro mirándome. –  Por favor debemos hablar.

–  ¡Déjame! –  dije y me solté de su agarre y comencé a caminar.

– No, no puedes irte ___. –  dijo tratando de tomarme otra vez.

–  ¡No me toques! –  dije mirándolo, no con miedo sino con rabia.

– ___.... ¡Dios! debes escucharme. –  me dijo.

– Ya eh escuchado lo suficiente, además no tengo nada que hablar contigo, cualquier cosa que quieras hablar… hazlo con tu novia.

– ___ necesitamos hablar, el bebé…

– Eso no es asuntó tuyo. –  le interrumpí.

–  ¡Claro que lo es!

– No le levantes el tono. –  dijo Lucky.

– No te preocupes. –  le dije a Lucky mientras miraba a Justin. –  Ese es su tono. –  lo mire con repugnancia.

– Realmente tengo que hablar sobre nuestro bebé. –  dijo él.

– No hay un “nuestro”. –  dije haciéndole comillas con los dedos a la ultima palabra.

– Claro que si solo estás molesta…–  me tomo nuevamente del brazo.

–  ¡QUE NO ME TOQUES TE EH DICHO! ¡ME REPUGNAS! –  le dije.

– No nena…–  dijo tratando de agarrarme mejor por el brazo.

– Que no la toques. –  dijo Lucky impidiendo que el llegara a mí.

–  ¡¿Y QUIEN DEMONIOS ERES TU?! –  gritó desesperado.


– El padre del bebé que ella tendrá. –  dijo Lucky con tonó calmado, colocó su brazo por encima de mis hombros y comenzamos a caminar. Justin… a él solo le vi quedarse de pie en donde estaba.

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